Me siento como si ya estuviéramos discutiendo aunque la pelea sólo tenga lugar en mi imaginación.
Y en mi cabeza, los pensamientos dan vueltas y más vueltas, vueltas y más vueltas.
Tengo la sensación de que me ahogo.
¿Cuándo comenzó esta casa a ser tan jodidamente pequeña? ¿Cuándo mi vida a ser tan aburrida? ¿Es esto lo que de verdad quería? No puedo recordarlo. Lo único que sé es que hace unos pocos meses me sentía mejor y que ahora no puedo pensar, ni dormir, ni dibujar. La necesidad de huir se está volviendo abrumadora. Por las noches, puedo oír en mi cabeza un susurro bajo pero implacable e incontestable: “Escápate”. Cuando cierro los ojos, mi cabeza se llena de imágenes de vidas pasadas y futuras, las cosas que soñé que quería, las cosas que tenía y tiré. Me resulta imposible relajarme, pues todo aquello en lo que pienso me lleva a un callejón sin salida.