Había una vez

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Había una vez dos bichos raros. Eran gordos y feos pero felices al fin. Iban a todas partes juntos y siempre compartían sus cosas en común, porque eso es lo que los mejores amigos hacen. Ella siempre escuchaba a su amigo, y él... Solo la hacía enojar. Se peleaban y se peleaban pero terminaban haciendo las pases al final del día, porque eso es lo que los mejores amigos hacen. A pesar de todo se valoraban mutuamente, hablaban de su futuro y de las grandes aventuras que vivirían juntos, porque eso es lo que los mejores amigos hacen.
Pero un año todo cambio. Él ya no le prestaba tanta atención a su amiga, y ella... Solo lloraba, lloraba y lloraba. Él conocía nuevas amistades (hasta de diferentes especies) y ella... Solo lloraba, lloraba y lloraba. Lo único que la mantenía a pie era que al final del día él volvía a ella, prometiéndole que su amistad nunca se rompería y ella... Solo le creía, le creía y le creía, porque eso es lo que los amigos hacen.
Pasaron de año y las cosas fueron para peor. Ella ya entendía que tampoco le tenía que prestar atención, entonces fue lo que hizo. Pero se encontró con un problema; cada vez que ella se alejaba de él, él volvía a ella. Pero no volvía a ella por su amistad en sí, sino para pedirle pequeños favores. Ella los cumplía, porque eso es lo que los compañeros hacen.
Terminó aquel desastroso año y todo fue para peor. Ya no se dirigían la palabra y él ya tenía otra mejor amiga, pero lo más chocante para ella fue que él se había cambiado de especie, él ya no era ese bicho raro, gordo y feo. Entonces ella se quedo sola, él ya no le volvió a pedir pequeños favores por lo que ella tampoco lo hizo, porque eso es lo que los desconocidos hacen.

Cartas para el olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora