Parte única

538 54 4
                                    



Percy acababa de llegar al piso de trabajar.
Desde que se había mudado con Annabeth a New York ambos compartían un pequeño piso en el centro y Percy había conseguido trabajo como camarero en un bar de la manzana. Uno pensaría que teniendo como padre al dios del mar tendría una paga enorme ¿verdad? Pues no. Su padre le daba el dinero que le dan todos los padres a sus hijos, si no menos. De todas formas, el trabajo le gustaba.

Entro en el piso por la puerta principal que daba directamente al salón. La casa era pequeña pero acogedora, constaba de una cocina de barra americana que daba a un pequeño salón, con un sofá y una televisión, del que salía 4 puertas: 2 dormitorios, un baño y un armario.

Al entrar en el salón escuchó música que provenía del segundo cuarto, y con una sonrisa entró.
Tirada sobre la cama boca abajo, y con infinidad de libros esparcidos al rededor se encontraba Annabeth, tarareando la canción que sonaba mientras estudiaba cosas ,probablemente, tan apasionante como la mitosis (nótese el sarcasmo)
La rubia siempre estudiaba con música puesta, pues después de acostumbrarse al ruido y ajetreo del campamento no era capaz de estudiar en silencio, lo que le dio la oportunidad al moreno de acercarse sin que ella se diera cuenta, y antes de que Annabeth pudiera reaccionar Percy empezó a hacerle cosquillas a lo que inmediatamente ella respondió con sonoras carcajadas.

- No por favor- decía mientras reía sin parar- todo menos cosquillas.

Cuando ya no podía más Percy la dejo tranquila.

- Simplemente podrías haber dicho hola- dijo aun sonriendo
- Sí, pero no habría sido tan divertido, aunque si te hace ilusión... Hola- dijo riendo y atrayendo con un brazo a su chica.

Cuando estaba a punto de darle un beso en los labios resonó desde la ventana un fuerte ululato y ambos se separaron rápidamente a la vez que Percy ponía una cara de infinito fastidio

- Estoy harto de esos bichos
- Vamos, no es tan malo- dijo la rubia tranquilizadora aunque sin mucha convicción
- Que no? El otro día se puso a ulular como un loco cuando me senté contigo en el sofá, a este paso se pondrá a gritar cada vez que te mire
- Para ser justos no te sentaste en el sofá, mas bien te sentaste sobre mi cuando yo estaba en el sofá
- Eso, eso, tu ahora defiéndelo- dijo Percy girando la cabeza y mirando con astío al búho que se posaba de forma orgullosa en el alféizar de la ventana.

Y es que desde que se habían ido a vivir juntos, Atenea había mandado a uno se sus "secuaces emplumados" como los llamaba Percy, cada día a que los vigilara, y cada vez que ambos adoptaban una actitud mínimamente cariñosa, se ponían a ulular como locos hasta que se separaban. Aunque este ejemplar, el de los jueves, parecía el menos permisivo ya que al menos el encargado de vigilarlos los viernes les permitía besarse, siempre y cuando no tardarán mas de tres segundos.

El hijo de Poseidón incluso se había puesto en contacto con Nico di Angelo, para saber si su padre tenía jurisdicción sobre las malciones contra animales, pero a parte de unos cuantos gritos muy enfadados por parte del hijo de Hades, que cuando recibió el mensaje Iris estaba si camiseta y con unas sospechosas marcas en el cuello, no consiguió gran cosa.

- Te juro que estoy pensando en tapiar todas las ventanas- dijo mientras se levantaba y caminaba hacia la ventana donde se quedó mirando al búho a los ojos- a ver si a sí puedo besar en paz a MI NOVIA. Sí, ella es mi novia demonio con plumas, lo entiendes, no la tengo secuestrada- le medio grito al ave

Cuando se dio la vuelta vio a Annabeth riéndose disimuladamente

- Y tu de que te ríes ahora?
- De que le estés gritando a un búho que probablemente ni te entienda- dijo levantándose- aunque también me gustaría tener algo de privacidad.

Espías de plumas (Percabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora