Love In War

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No lograba comprender como el día que tanto había estado esperando por fin comenzaba, claro, no todos los días era el primer día del resto de su vida, después de tantas discusiones con sus padres Clarke pudo convencerlos de que la medicina no era realmente lo suyo, si no que su pasión se acunaba en los bellos brazos del arte. Los Griffin eran un matrimonio realmente adorable y unos padres incondicionales, pero bajo el afán de que Clarke tuviera la vida que ellos jamás pudieron darle, no podían pensar en nada más que ver a su hija convertirse en una gran médico a nivel nacional, sabían que tenía lo que hacía falta pero a pesar de que realmente hizo el intento, jamás pudo imaginar una vida sin sus bocetos, el lápiz recorriendo un papel en blanco, el pincel acariciando suavemente la tela, no, era algo a lo que no estaba dispuesta a renunciar por nada del mundo.

Se despertó minutos antes de que sonara el despertador, al abrir los ojos nuevamente le costó reconocer el lugar donde estaba, una habitación pequeña pero acogedora, la luz apenas entraba por la gruesa cortina que cubría la diminuta ventada que daba a una de las vistas más hermosas que podría haber visto en toda su vida –esto debo dibujarlo en algún momento- fue lo primero que pensó cuando vio por primera vez el bello paisaje. Claramente no era el lugar más lujoso del mundo, pero con el duro esfuerzo que harían sus padres para pagar la renta de ese piso compartido no podía quejarse, apenas había visto un par de veces a su compañera, parecía agradable pero no podía pensar en nada más que en su primer día como estudiante de Arte Contemporáneo, solo sabía que ambas estudiaban en el mismo campus y que la morena parecía bastante guapa, aunque simplemente no se dejaba distraer con nada que no tuviera que ver con el sueño que estaba cumpliendo.

-Buenos días, Clarke, ¿verdad?- dijo sonriente la chica apenas Clarke abrió la puerta de su habitación –vaya, que sonrisa- pensó la rubia

-Buenos días-dijo aún algo sorprendida de que la morena conociera su nombre –lo siento, creo que aún no he tenido el agrado de conocer tu nombre- su compañera rió entre dientes

-Reyes, Raven Reyes- soltó en un tono misterioso pero divertido –puedes llamarme Raven-rieron ambas- ¿desayunas? – la chica tenía preparado un gran desayuno con todo lo que Clarke podría imaginar, pan, galletas, huevos, pasteles de todo tipo, té, café.

–No podría negarme a este buffet-rió Clarke –no era necesario que preparas todo esto, Reyes- volvieron a reír ambas.

-¿Esto? Bah, no te preocupes chica, amo cocinar, amo la comida –volvió a reir, cosa que a la rubia le parecía agradable, Raven tenía un humor hermoso, estaba feliz de que esta fuera la chica con quien compartiría los siguientes años –y ¿sabes? Solo quería causarte una buena impresión, apenas cruzamos miradas estos días y supongo que nos hará bien tener una amiga en esta enorme ciudad, en el campus –Alzó la ceja y movió su cabeza en señal de invitación para que Clarke tomara asiento- Así que arte, ¿eh?

El desayuno fue de los más agradable, la rubia no podía dejar de pensar que haber tomado la decisión de ir a vivir a esa ciudad, estudiar en ese campus, elegir ese piso, con esa chica, todo había sido lo correcto. Ambas tomaron una ducha rápida y caminaron juntas a la universidad, eran solo un par de cuadras las que debían andar, al llegar caminaron por en medio del estacionamiento, fue en justo en ese momento cuando una camioneta enorme y negra pasó a toda velocidad a su lado dejando a ambas chicas con el corazón en la mano.

-¡Ten más cuidado pedazo de idiota!- gritó Raven sin siquiera pensarlo, Clarke estaba helada, apenas podía reaccionar pero la sangre le comenzó a hervir cuando solo recibieron un bocinazo del conductor de aquel monstruo negro, lo siguieron con la vista hasta que se estacionó. Clarke parecía dispuesta a enfrentar a quien fuera que condujera esa camioneta y Raven parecía tener la misma intención.

La puerta de la camioneta se abrió y fue justo ahí cuando los segundos comenzaron a pasar mucho más lento para la rubia. Una chica alta, morena, pantalones y camisa de cuero negro, polera blanca, lentes de sol y zapatillas. Su sonrisa combinaba con todo el conjunto, enorme, brillante, perfecta, se quitó las gafas y Clarke agradeció estar lo suficientemente cerca para ver esos preciosos ojos verdes, penetrantes, únicos. Rodeó la camioneta y abrió la puerta del copiloto, ahí fue cuando el mundo volvió a la normalidad para Clarke, otra chica casi tan alta como la primera, morena y de un estilo similar bajó a sus brazos y se dieron un apasionado beso como si nada en el mundo importara más.

–Dios, si no fuera porque no veo a nadie filmando pensaría que estamos a punto de presenciar una porno, y de la buena- soltó divertida Raven sin mirar a Clarke.

–Ya vámonos- tomó a Raven y se la llevó en otra dirección, sin dejar de tener en su mente clavado el maravilloso cuerpo de la conductora, sus caderas perfectamente encajadas en ese pantalón, ese trasero, Dios, jamás imaginó ver una chica como esa en su vida.

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