Tercera parte

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Cuando nos detuvimos delante de la puerta de mi departamento, sentí como el nerviosismo se apoderaba de mi y me hacia ser consciente de lo que minutos antes había aceptado fuera, mientras era dopada por el sabor embriagante de sus labios maestros. ¿Que se suponía que debía decirle ahora? ¿Necesitaba invitarlo a pasar o simplemente abrir la puerta para dejarlo todo fluir? ¿Tendríamos sexo así, sin mas? A lo mejor él creía que por mi trabajo como bailarina era una experta en estas situaciones, pero se equivocaba. Mis experiencias sexuales eran tan escasas como las de una anciana solterona con un montón de gatos y la serie completa de Cocinalo tú mismo. De hecho, para mi vergüenza, sólo me faltaba la serie, porque el gato lo tenia y se trataba de un siamés viejo y gordo de ojos celestes que lo único que hacía era dormir o maullar para pedir comida y ser llevado en brazos hasta el ventanal con vistas a la ciudad. Sin embargo, justo ahora él pasaba a ser un problema secundario.

Maldición.

Giré sobre mis talones una vez que abrí la puerta y miré a mi invitado, quien se mantenía silencioso y examinaba desde afuera mi pequeño espacio personal, el cual solo era alumbrado por la luz de la luna que se colaba por el ventanal que sustituía una pared entera.

"Es muy pequeño, lo sé. Pero joder, deja de mirarlo como si fuera un basurero", pensé. Aunque tal vez sirviera como una excusa. Tal vez se espantase y quisiera salir de ahí cuanto antes.

- ¿Quieres pasar? -le ofrecí con una voz tan baja y llena de vergüenza que me hizo maldecirme.

- ¿Puedo? -me miró-. Por un segundo creí que te habías arrepentido - comentó con una sonrisa burlona asomándose de la comisura de sus apetecibles y rosados labios.

-Claro -respondí intentando sonar despreocupada-, si tu quieres por mi no hay problema.

-De acuerdo -sonrió y se encogió de hombros despreocupadamente.

Me moví para dejarlo pasar y el entró un segundo después, encendiendo las luces a su paso sin preguntar si podía hacerlo o no. Siguió observando detenidamente en cuanto se detuvo en la pequeña sala de estar pintada de azul y decorada con muebles de distinto tipo. Parecía tan serio, tan concentrado, Sin saber bien porque, descubrí a regañadientes que no me importaba lo impertinente que podía estar siendo justo ahora, sino que lo realmente relevante era su opinión sobre mi hogar. Como si no fuera un visitante de paso, sino mi primera cita.

"Estupideces"

Me sentía tan vulnerable estando en su presencia que me adentré en la cocina y lo dejé ahí, observando fotografías que contaban buena parte de mi vida y pinturas echas por mi colgadas o recargadas de las paredes.

Lo observe a través de la barra de desayunar.

- ¿Pintas? -me preguntó más alto para que pudiera escucharlo.

-Sí, lo hago -le respondí con un tono mas amable de lo que pretendía que incluso sonó dulce. Rodé los ojos y suspiré con exasperación para mi misma mientras abría el primer cajón del mueble donde yacía la cafetera y cogí una barra de chocolate amargo-. ¿Quieres algo de tomar?

- Agua, por favor -tomó un cuadro pequeño de la mesita-. Eres bastante buena con los trazos finos, amor -comentó con tono despreocupado.

Me sonrojé.

-Gracias -dije, mientras entraba de nuevo a la sala con un vaso de agua en la mano derecha y la barra de chocolate en la otra.

- ¿Agua y chocolate? Una combinación bastante poco apetecible y extraña - arrugó la nariz.

-El chocolate para mi -le expliqué mientras me sentaba en el sofá de dos piezas. El me imitó.

Abrí el envoltorio y mordí el chocolate, perdiéndome en su delicioso sabor y cerrando los ojos, olvidándome por un segundo de mi invitado. Comer chocolate era una de las pocas cosas que amaba y disfrutaba, además de bailar. Resultaba tan estimulante que lo hacía cada noche después de regresar de mi jornada de trabajo.

-Si yo fuera tu no haría eso frente a mí, Anna -comentó Zayn con tono burlesco y algo contenido al mismo tiempo, interrumpiendo mis minutos de deleite.

- ¿Por qué? -pregunté sin prestarle mucha atención.

-Porque estas provocando que tenga una erección- me respondió el un segundo después, como si fuera normal hacer una declaración de ese tipo.

Abrí los ojos como platos tan rápido que incluso sentí todo moverse de lugar durante un momento y lo miré sorprendida-No hablas enserio.

-Puedes echar un vistazo si quieres.

- No, gracias -dije fingiendo una sonrisa.

-Oh vamos, amor -se burló de mi-. Tú querías saber.

- ¡Porque no me esperaba que dijeras eso! -exclamé mientras sentía mis mejillas comenzar a arder, una vez más.

-De acuerdo, de acuerdo. No volveré a mencionarlo-prometió.

Me miró durante unos instantes en silencio, mientras yo sentía como iba invadiéndome una tensión tan alta que incluso me hacía sentí abochornada e incómoda. Y aunque sabia de un modo u otro que iba a ocurrir, necesitaba tiempo.

Así que decidí escapar.

- ¿Quieres comer algo? -le ofrecí mientras me levantaba del sofá.

-No, gracias -negó sin dejar de observarme-. Anna...

-Yo sí tengo hambre -hablé incluso más desesperada mientras me dirigía de nuevo a la cocina.

Me detuve delante de la encimera y busqué cualquier cosa con la que poder distraerme, hasta que encontré un cuchillo entre lo trastes limpios y una manzana dentro del frutero. Comencé a partirla en rebanadas delgadas mientras contaba del uno al diez sin parar.

Me estremecí al sentir el cuerpo de Zayn detrás del mío, presionándome y haciéndome sentir que mis huesos se volvían esponjosos. Sus manos se apoyaron a cada lado de mis caderas y sus brazos me impidieron moverme hacia cualquier otro lugar.

-Zayn... -intenté protestar apesar de que mi cuerpo comenzaba a familiarizarse con su tacto.

-Anna.

-Déjame pasar -le pedí.

- Tú aceptaste esto hace un rato mientras me besabas -me recordó mientras ignoraba mi petición y acariciaba mi cuello con sus labios.

-Me he arrepentido -lo intenté de nuevo-. Apenas te conozco, así que apártate -ordené con un poco mas de firmeza.

-Demasiado tarde.

Se alejó un poco, lo suficiente para que yo pudiera girar y que quedáramos cara a cara. De echo, creí haber logrado hacerlo entrar en razón, sin embargo, volvió a apretujarse contra mi.

-Esto está mal.

- ¿Por qué? será sólo una noche, amor.

"Por eso Zayn. Porque no estoy segura de poder manejarlo con la misma despreocupación que tú".

Gemí. Quise protestar. Quise decirle de nuevo que se apartara y echarlo de mi casa y de mi vida, pero en cuanto acortó la poca distancia que nos separaba y sus deliciosos labios se apretaron contra los míos, perdí toda batalla. Con un movimiento rápido alzó la tela de mi vestido y colocó sus manos sobre mis caderas, haciendo arder mi piel bajo su tacto. No pude evitar corresponderle. Le dí acceso a mi boca y dejé que profundizara nuestro beso mientras enredaba mis dedos ente su pelo.

Joder, nadie en mi vida entera me había besado de ese modo tan íntimo y duro. Tan sensual y ardiente que resultaba incluso adictivo. Era como si sus labios hubieran sido hechos especialmente para encajar con los míos. Como si todos los besos que me hubieran dado antes fueran algo incorrecto. Y yo sabía que esa no podía ser buena señal.

Sin embargo, no lo detuve.

-No debiste dejarme entrar en tu vida, Anna -murmuró Zayn tan bajo que incluso creí haberlo imaginado.

Secret {Zayn Malik}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora