Capítulo 3

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    El sol había llegado a su punto más alto. Era la hora de partir, de buscar un nuevo hogar.
    La líder saltó del Gran Tronco, y llamó a su Clan desde la entrada. Las reinas arrastraron a los cachorros, los guerreros y aprendices a los veteranos. El devastado Clan avanzó a duras penas hasta el límite del territorio.

    —¡Espérenme, por favor! ¡No se vayan! —exclamó una vocecita detrás de Pequeño Viento.
    El cachorro dio un respingo, lo que alertó a Estrella de Brisa, que marchaba protegiendo a los cachorros mientras su rojiza madre ayudaba a Reflejo de Estanque.
    —¿Quien eres tú, y que quieres? —inquirió con desdén la experimentada gata clara.
    Asustado por la agresividad de la líder, el cachorrito marrón se agazapó.
    —S-Soy Licaón... Yo... yo me escapé... del grupo —Dijo temblando— Y... quería unirme a ustedes...
    —¿Unirte al Clan? Tal vez... ¿Estás dispuesto a arriesgar tu vida por todos los gatos a tu alrededor? ¿Desde los cachorros más pequeños —señaló el vientre azulado de Reflejo de Estanque, lleno de cachorritos— a los veteranos más viejos? —preguntó mostrando con el hocico al grupo de veteranos, que avanzaban dificultosamente a través del fango.
    —Yo...—dijo dudoso el gatito manchado, para ser interrumpido por la gata clara, que dio una sacudida a su cola, indicándole a su Clan que podía descansar.
    —¿Dispuesto a sobrepasar el hambre y el frío por estos gatos? ¿A luchar y arriesgar tu vida por el Clan? ¿A dejar atrás a los gatos a quienes les diste tu lealtad en tus escasas lunas?
    —Yo... Nunca les he dado mi lealtad. En el grupo no somos muy unidos, simplemente nos abstenemos de clavar los colmillos en el pescuezo de los otros... Por eso escapé. No era feliz allí.—respondió con seguridad el pequeño gato marrón.—Al ver el estrecho vínculo que todos ustedes mantenían, quise vivir con ustedes.
—Bien. Veo en tí un guerrero fuerte y valiente...—dicho esto, la líder blanca saltó sobre una rama colgando sobre una gran mata de helechos— ¡Qué todos los gatos lo suficientemente mayores como para cazar sus propias presas se reúnan aquí, bajo el Helecho Alto, para una reunión del Clan!
Todos los gatos se agruparon bajo su líder.
—Hoy un pequeño cachorro a tomado la osada decisión de vivir con nosotros. Les presento a Licaón. Ha escapado del grupo al que le pertenece el territorio de nuestro anterior campamento para unirse al Clan. ¿Pequeño, cuántas lunas tienes?
—¿Qué son lunas?—preguntó el gatito oscuro, que se había instalado cómodamente en la mata de helechos.—¿Se refieren a los meses?—inquirió nuevamente.
—Es el tiempo que hay entre una luna llena y otra.—explicó la líder.
—Sí, eso es. Meses es como se refieren a ello los Pieles Rosadas.
—¿Querrás decir Dos Patas, verdad?—dijo un guerrero.
—No estamos yendo del tema. Bueno, Licaón, ¿cuántas lunas tienes?—preguntó nuevamente Estrella de Brisa.
—Sí... Yo tengo 4 lunas.—exclamó soltando una pequeña y casi inaudible carcajada.
Su revelación generó una horcada de parte del Clan. Su pelaje lleno de barro y cicatrices no se asemejaba al propio de su edad, aunque su tamaño era normal.
Al darse cuenta de las miradas de los gatos posadas en sus rasguños, explicó:
—¿Esto?—dijo dejando al descubierto su lastimado manto—Fue mi tutor. El que nos enseña a luchar. Empezamos a aprender a la luna, apenas abrimos los ojos.—esto provocó murmullos de preocupación entre los guerreros.
—¿Entrenan con las garras desenvainadas?—exclamó Zarpa de Conejo, el más experimentado de los aprendices, dando un pequeño chirrido de desaprobación. Lucero lo reconfortó frotando su mejilla contra la suya.
—Sí... Eso hacemos... Estoy harto de que sus uñas se claven en mi piel. Mi tutor, Cuchilla, es el gato con las garras más largas que podrían existir.
—Eso es terrible—dijo preocupada Estrella de Brisa.
—Nosotros empezamos el entrenamiento a las seis lunas—agregó Zarpa de Cuervo.
—¡A las seis lunas! Es la mejor noticia que pude haber oído—exclamó eufórico el cachorro pardo—¡Podre quedarme con las... eh... reinas unos meses-digo lunas-más!
—Muy bien—interrumpió la líder—Hasta que se gane su nombre de aprendiz, este cachorro será conocido como Pequeño Licaón. Se unirá a la camada de Flor de Amapola, pues sus cachorros tienen la misma edad. Pequeño Licaón—agregó la líder bajando del Helecho Alto—Flor de Amapola perdió su voz en una cruel batalla contra tu Grupo, pero varios de nosotros habrían muerto de no ser por su valentía. Trátala como tratarías a tu madre. Sé respetuoso con ella.
—Está bien—asintió mientras se dirigía hacia la reina rojiza que sería su madre.
Los días pasaron tranquilamente en el nuevo campamento. Pequeño Licaón se había ganado la confianza de todos. Era muy amigable con Pequeño Viento. Incluso llegó a asistir al cachorro gris claro a ayudar a Canelilla a abrir los ojos, cosa que lograron juntos.
Luego de una luna de vivir tranquilamente en el nuevo campamento, una noche, Pequeño Viento se paseaba por la entrada junto con su hermana, cuando la gatita canela olisqueó el aire, preocupada, dirigiendo su hocico hacia un hueco del que provenía un ruido de hojas secas siendo pisadas, de donde salió, unos segundos luego, una cabeza naranja y blanca.
—¡Un zorro!—exclamó Canelilla, corriendo hacía unos arbustos.
El terror atenazó las patas de Pequeño Viento, dejándolo paralizado, imposibilitando su escape.
La bestia anaranjada se acercó gruñendo y mostrando sus afilados colmillos, lista para desgarrar la piel del cachorro claro.
El zorro se abalanzó hacia el gatito blancuzco.

Pero segundos antes...
Continuará...
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Måš šūš¶ēńšø.,.

Los Gatos Guerreros~El Clan PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora