Empezaba a amanecer. El sol asomaba discretamente por entre los árboles del pequeño bosque, que protegía la granja de los fuertes vientos típicos de la zona y, sobre todo, de las miradas indiscretas de los conductores, que circulaban por la carretera secundaria que unía la ciudad con la playa.
Era una mañana clara de principios de abril. Ya habían quedado atrás las fuertes heladas nocturnas y las nieves del crudo invierno.
El viejo Thomas salió al porche de la casa y se desperezó para empezar las tareas diarias que el mantenimiento de la granja exigía. Siempre le había gustado madrugar, incluso de joven se levantaba antes del alba, aun cuando la noche anterior se había entretenido con sus amigos tomando algo en el bar de Peter o bailando con alguna belleza del lugar, en el salón de baile del pueblo.
Lo primero que hacía todas las mañanas era limpiar la huerta de maleza y malas hierbas que crecían sin control alrededor de las tomateras. Se dirigió con paso ligero hacia el cobertizo donde guardaba las herramientas que utilizaba para el trabajo en el campo.
El cobertizo era una pequeña cabaña que Thomas construyó con su padre cuando apenas tenía fuerza para levantar un martillo y que inexplicablemente aún permanecía en pie. Se encontraba a escasos metros de la casa y a unos pasos de la arena de la zona menos concurrida de la playa.
Thomas abrió la puerta del cobertizo y le extrañó que hubiera tanta luz. La primera idea fue que el día se había olvidado apagar la solitaria bombilla que iluminaba la estancia, pero luego descubrió que el motivo de tanta claridad era que la puerta que daba a la playa se encontraba abierta. Se dirigió rápidamente hacia allí y casi cae al suelo al tropezar con algo grande y duro.
Miró hacia abajo y lo que vio le congeló la sangre unos instantes. Debajo de sus pies se encontraba el cuerpo de un hombre de unos 30 años, rodeado de un gran charco de sangre y con signos de haber sido golpeado por todas partes. El brazo derecho lo tenía en una posición imposible para alguien con vida y el brazo izquierdo estaba extendido, señalando con un dedo hacia la playa.
Cuando el viejo Thomas recuperó el control pensó en comprobar si era alguien conocido del pueblo,pero afortunadamente reaccionó a tiempo para pensar que era mejor no tocar nada y avisar urgentemente a la policía local para que se hicieran cargo de lo ocurrido.
Salió del cobertizo lo más rápido que pudo y marcó el número.
- Buenos días agente. Mi nombre es Thomas Harrison y soy el propietario de la granja La Tramontana. Necesito que vengan lo antes posible, he encontrado un cadáver en el cobertizo y estoy muy asustado.
- Tranquilícese Sr. Harrison, ahora mismo sale una patrulla para su casa. Es importante que no toque absolutamente nada del cadáver y su alrededor.
- Muchas gracias agente.
Cuando Thomas colgó el teléfono se dio cuenta que no había dejado de temblar desde que tropezó con el cuerpo.
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Skorpio XIX
Mystery / ThrillerLa apacible ciudad de Long Island se estremece por un misterioso asesinato. Una banda criminal y su seña de identidad: un tatuaje de un escorpión y el número XIX . Dos policías enredados en una trama de tráfico de seres humanos entre países, com...