Narrador omnisciente.
Era impresionante la cantidad de cosas que era capás de regalar una persona.
Felicidad.
Emociones.
Amor.
Risas.
Sonrisas.
Pero... Siempre quería que eso se le fuera devuelto. Solía ayudar a todos y ponerse en el lugar de todos siempre.
Jamás se ponían en su lugar.
¿Qué recibía a cambio?
Nada.
Pequeña pero gran diferencia.
Sus padres no solían tomarla muy en cuenta desde que su hermano mayor se fue de la casa a estudiar. Y cuando la tomaban en cuenta era sólo para ver las cosas malas que la chica presentaba.
—Callaré tú horrible voz... —le dijeron. Todo estaba en su mente, era normal ya que bueno.
¿Qué otra cosa se espera de un esquizofrénico?.
—Callate... —habló mirando aquellas marcas cerradas en sus muñecas. No pensaba en las consecuencias de nada.
—Matarte seria genial. Vete de este lugar. De la tierra. Nadie te necesita —esas palabras fueron las que colmaron su paciencia.
—¡Callate! —golpeó el espejo que se encontraba adelante de ella, rompiéndolo en pedazos.
Su puño quedó con pequeños fragmentos de vidrios, haciendo que por inercia, este sangrara. No mucho pero sangraba.
—¡_____! —su madre entró rápidamente a el baño—. ¿Qué crees que haces? —un grito de impresión salió de su boca al ver aquel espejo roto junto con las herdias de su hija.
—Nada, madre. No tienes que preocuparte —la madre de la rubia sin poder evitarlo le miró las muñecas. Encontrándose con las marcas cicatrizadas de su hija.
—¿Qué te paso?.
Serio era su tono.
—Nada, mamá.
—¿Cómo qué nada? -imitó su voz-. Hijita, de verdad lo siento. A partir de ahora estaré para... —no la dejo terminar.
—¿Lo sientes? —preguntó, su madre asintió—No digas lo siento, cuando de verdad no lo sientes.
—Jovencita, ¿Esa es forma de hablarle a tú madre?.
—¿Esa es forma de tratar a tú hija? —preguntó. La mujer no entendió enseguida, hasta que se dio cuenta de su "pequeño" error.
—____, yo... —la corto.
—No quiero oírte —su voz se quebro—. Me iré, estarás feliz junto a papá. Hagan lo que quieran. Ahora sí podrán tener sexo descontrolado cada noche.
Yukiko se impresionó. ¿Qué había sucedido con su linda hija?. Simplemente no lo soportó más y la golpeó.
La había abofeteado.
Pero ella se lo devolvió.
—¡Ya vasta!. ¿¡Quién te crees que eres, Yukiko!?.
—¡Tu madre, mocosa insoportable!.
Eso le dolió, pero su corazón ya se encontraba perdido y herido. Necesitaba ayuda.
—Cuando me hagas sonreír de verdad... Serás mi madre. Antes no —con esas simples palabras, salió del baño dirigiéndose a su habitación. Enojada con los gritos de Yukiko persiguiéndola.
Una vez en su habitación entró y cerro fuertemente de un portazo.
Tomó todo lo que le llegaría a servir para su "viaje".
Ropa.
Su celular.
Audífonos.
Cepillos.
Cosas personales.
Maquillaje.
De todo.
Se llevó todo lo que la maleta improvisada le permitía.
Una vez lista, lanzó la maleta por la ventana junto con ella.
Por fin había logrado salir de ese infierno el cual llamaba hogar.
Justo en esos instantes.
Un chico rubio y otro azabache iban pasando, dirigiéndose a la casa del rubio.
¿Qué pequeño es el mundo, no?.
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Help Me, Please! [Sasuke, Naruto Y Tú]
Hayran KurguDolor... Más emocional que físico. O tal vez ambos, era una forma de suprimir mis sentimientos... Es deshacerme de aquel dolor sentimental que ocultaba siempre debajo de una falsa sonrisa. La mayoría de las personas son tan ilusas... Siempre es igua...