Escondido en la obscuridad y temporal refugio que las cuatro débiles paredes ofrecían, reflexionó en el sonido de las gotas cayendo sobre el piso, gotas que eran libres de su viaje al explotar en el suelo, perdiéndose en la multitud para formar la plataforma que reflejaba su viejo rostro.
Con la mirada perdida y los pensamientos alborotados, descubrió que la vida es mucho más de lo que se espera de ella. Los paradigmas que antes estorbaban y que ahora parecen inalcanzablemente lejanos, no eran más que adornos en su nueva habitación. Los éxitos, fracasos, alegrías y tristezas eran la pintura que intentaba darle vida a los ambientes imaginarios de su cubículo.
Trató por última vez de engañar al frío apretando sus rodillas al pecho, suspiró y sintió el movimiento de la gota más relevante del grupo, la que rodaba en su mejilla. Resopló, levantó la cabeza y exclamó la frase que lo hizo entender una nueva realidad, su realidad. La lluvia suena diferente dentro de una caja.