CAPITULO I

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Adelaida nació en Londres Inglaterra una jovencita soñadora de piel blanca como la nieve cabello dorado y ojos azules, a pesar de tener solo 17 años todavía mantenía la dulce inocencia de la niñez, soñaba como toda joven en encontrar su príncipe azul y con el amor eterno que solo conocía por sus largas lecturas de novelas de amor y desamor que leía contante mente, pero sin embargo cuándo sus padres decidieron mudarse a la India su vida cambiaría drásticamente.

Al principio todo fue fascinante, se trataba de un hermoso país pintoresco con una antigua cultura mística y misteriosa; lleno de historias de Dioses y diferentes escalas en la cadena de nacimientos, desde Brahmanes hasta los más inferiores Parias o impuros.

Para la joven ese tema resultaba muy confuso, en su tierra existían sólo dos clases sociales, ricos y pobres, pero según su religión y ante los ojos de su Dios, todos eran iguales, por eso siempre que se hablaba del asunto terminaba más confundida que antes.

Cuándo su padre quiso probar suerte en la India, a ella le pareció que sería muy emocionante vivir en aquel país de donde escuchó tantas historias fantásticas.

Su padre decía que todos sus amigos estaban amasando grandes fortunas en aquella lejana tierra, por tanto, si era así porque el no debería intentarlo.

Corría el año 1850 cuándo Adelaida y sus padres llegaron a vivir a un enorme caserón al norte de la India, en una pequeña ciudad llamada Kota, donde vivían muchos familias inglesas y que era parte del estado de  Rajasthan (tierra de reyes)

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Corría el año 1850 cuándo Adelaida y sus padres llegaron a vivir a un enorme caserón al norte de la India, en una pequeña ciudad llamada Kota, donde vivían muchos familias inglesas y que era parte del estado de Rajasthan (tierra de reyes)

El señor Town Watt inmediatamente se dedicó a recorrer todos los rincones para la compra de las mejores telas de seda, qué según él, serían un buen negocio para exportar a toda Europa.

Todo marchaba perfecto tal y como su padre lo avía planeado, pero Adelaida se sentía sola, él señor Watt se ausentaba mucho tiempo, su madre y ella permanecían prácticamente encerradas en la casa, solo con la servidumbre, no se atrevían a salir no dominaban el idioma y no conocían a nadie.

La joven dejó todas sus amigas en Londres, por esa razón se sentía muy triste, su madre le consolaba diciéndole.
- En cuanto esté tú padre de regreso visitáremos otras familias Inglesas que viven en el pueblo.
Ya verás mi Niña que harás nuevas amistades.
Y no e olvidado, también te llevaremos a un paseo por las ruinas. Le decía su madre acariciando su larga cabellera.

Se trataba de las ruinas de un antiguo templo abandonado por sus moradores desde hacía siglos, del que se decía que era muy misterioso y  en el que ocurrían tanto cosas buenas como muy malas, los empleados de la familia contaban historias confusas sobre aquel lugar.

Adelaida llena de curiosidad esperaba ansiosa el regreso de su padre para poder visitar las tan mencionadas ruinas.

"Asura"  una de las empleadas que se ocupaba del aseo; una joven de piel oscura y largo cabello, que vestía con el Sary traje típico del país,  con colores extravagantes, que llamaban mucho la atención.

Sin embargo la chica siempre se mostraba tímida y evitaba estar cerca de los dueños de la casa; a pesar de que podía comunicarse bien, dominaba el idioma de sus patrones pues desde muy pequeña estuvo cerca de personas de habla inglesa; ya que su madre trabajó siempre para familias extranjeras.

Adelaida trataba de hablarle pero ella siempre se escabullía y se alejaba a prisa.

En una ocasión en que Asura limpiaba la habitación, Adelaida le pregunto si avía visitado las ruinas del tan místico templo, la muchacha la miro sorprendida y negó con su cabeza saliendo muy rápido de la habitación de su patrona.
Seguida por Adelaida hasta la cocina qué  insistía con las preguntas.
- finalmente Asura le dijo.
  - Yo solo visite las ruinas en una ocasión y nunca más regrese.
  - Y porque? Continuó preguntando Adelaida con marcada curiosidad.
- No puedo hablarle  de eso niña, decía la empleada, es muy complicado de todas formas no lo entenderías, quizás cuando venga Agastya ella te pueda contar un poco sobre las ruinas del templo y porque fueron abandonadas.

Adelaida se retiró  y dejó de insistir.

"Agastya" la lavandera, de blancos cabellos y mirada apacible, su nombre significaba sabiduría, pero solo venía una vez por semana, así que no quedaba otra cosa que esperar.

Adelaida preguntaba todos los días Agastya vendrá hoy?
Pero siempre tenía un no por respuesta.
Por alguna razón la mujer se ausentó por más de dos semanas.

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Esta historia es de Época, siempre es un gusto para mí escribir estás historias. Espero y les guste y si me dan sus votos subiré un capítulo cada semana. Mi cariño.  Y no olviden sus comentarios son muy importantes para mí. Me anima a empezar otra historia.

La vida de Adelaide. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora