Capítulo 27.

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Paso de ti.

Mi voz salió tímidamente temblorosa, repetí nuevamente un "Hola" y al parecer el contenía la respiración, porque de la nada sus respiraciones comenzaron a escucharse, bastó con eso para que mis piernas volvieran a flaquear.

Mi dignidad voló lejos.

-Madd...

Su familiar voz se hizo presente, extrañaba escuchar esa voz, lo extrañaba. No sabía y ninguna idea se me cruzaba por la mente para responder, justo en ese instante, Jared encendió la licuadora en la cocina, lo que me dio tiempo de distraerme y pensar.

-¿Hola?- Fingí no escuchar su voz.- ¡Jared, apaga eso, no escucho quien llama!

Millie al ver que seguía en el teléfono se acercó preguntando quien era, le mostré el teléfono con el nombre de Ian.

-No lo sé, es un número que no tengo agendado.-mentí, para que en seguida la llamada fuera cortada.

Quería derrumbarme. Millie lo notó y pasó sus brazos al rededor de mi.

-¿Para qué mentir? En verdad lo extraño.- sorbí por la nariz.

Supongo que ella no encontraba las palabras para consolarme, ya que sólo guardó silencio y me miró con lástima.
Yo no quería que me mirara con lástima, ni ella ni ahora Jared que observaba desde la puerta, ni ninguno de los chicos. Estaba demostrando lo afectada que estaba por su rechazo, por que yo no le importaba, no quería mostrar debilidad, no quería que supieran que en realidad estaba rota.

-¿Pueden dejarme sola?-pregunté. Millie asintió mientras que se daba la vuelta empujando a Jared fuera de la habitación, dejaron la comida en la cocina ya lista y salieron del departamento.
Nuevamente, se formó un espantoso nudo en mi garganta, tenía tanta frustración.

¿Sólo es un rompimiento, que más da?

Esa idea quería entrar en mi mente, para ya no sufrir, pero él estaba en ella, y en mi corazón, aún. Me levanté, y me miré en el espejo, yo era un desastre, mis ojos estaban hinchados, y sentía que se me habían acabado las lágrimas.

¿Porqué cuando sentía que todo iba bien, él tenía que volver a aparecer? A traerme recuerdos que viví a su lado.

Salí a la cocina, algo de comida y la salsa para el espagueti ahora estaban frías, sobre la encimera de la cocina. Esto tenía que dejar de suceder, ya empezaba a arruinar muchas cosas y todo por estúpidos recuerdos y lloriqueos de parte mía.
A fin de cuentas, tendría que acabar.

(...)

La luz cegadora que entraba por un pequeño hueco en la cortina me hizo abrir y cerrar rápidamente los ojos hasta que me acostumbrara a la molesta luz blanca.
Solté un quejido irritada, y me di vuelta sobre el colchón, dejando mi cabeza debajo de las almohadas mientras debatía si levantarme a cerrar la cortina o quedarme enterrada bajo todas las mantas. Opté por lo segundo.
Veinte minutos después, me fue imposible conciliar el sueño, seguía con la misma ropa del día anterior, evité ducharme a toda costa, sólo quería encerrarme a dormir. Me dirigí perezosa a sacar algo de ropa limpia y una toalla, luego me dirigí al baño.

-¡Kauffmaaaaaaaaaan!- seguía en la ducha cuando escuché el agudo grito de Millie alargando mi apellido.

-¡¿Que?! - respondí.

-¡Tu habitación apesta! ¿Porque tienes una caja de pastelillos debajo de la cama? Convertiste tu bello departamento en una cueva, ¡Ermitaña, sal de la ducha ya! -rodé los ojos por su sermón tan patético y cerré el grifo, me puse la ropa interior y me envolví en la toalla saliendo del baño para verla frente a mi de brazos cruzados.

-¿Cuanto estuviste en la ducha?

-Una hora, más o menos.

-¿No has recogido los platos y la comida de ayer?

-No, cené pastelillos, la salsa que hice tenía jabón.- Millie negó con la cabeza.

-Necesitas acabar con esto ya. Maddie, hace tiempo que sucedió esto, ¿No crees que ya es tiempo de dejarlo atrás?-pregunta con la misma mirada de lástima con la que comenzó a verme hace meses.

-Decirlo es fácil. Su llamada me afectó, de nuevo.- resoplé.

Yo también me sentía avergonzada, con vergüenza de seguir dolida por lo mismo, y lo peor; por un chico, cuando lo que menos estaba en mis planes era llorar por uno.

-Pero tienes que superarlo, fue sólo una ruptura, Maddie... el no va a...

-¡Ponte en mi jodido lugar! -grité exasperada.- ¡El era alguien importante! ¡Lo quise jodidamente mucho, no puedo olvidar! Millie, me duele, el fue el imbécil que quiso intentarlo conmigo, tenía miedo y lo hice por él, pensé que en verdad yo era alguien para él, pero resulta que no.

Evité llorar de nuevo, pasé saliva fuertemente intentado quitar el terrible nudo que se había hecho en mi garganta.

-Hago lo que puedo por dejarlo atrás.

-Cuando rompí con Tyler, tú me dijiste unas muy buenas palabras que deberías poner en práctica ahora.- se encaminó a la puerta, no me dejó reclamar porque ya había salido dejándome con la palabra en la boca.

Tal vez ella tenía razón.

Seis meses después

Me coloqué unos jeans azules y una blusa de tirantes blanca, con una color gris holgada sobre ésta, con unos converse negros que había comprado hace poco, puse mi teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón y salí para ir a la tienda de mascotas, cuando llegué, Derek recibía a un chica quien dejaba otro perro pequeño a nuestro cuidado.

Saludé con un "Buenos días" y entré con Derek a la tienda, ya había otros más ahí dentro, Un pequeño chihuahua café, un san bernardo gigante, y el nuevo cachorro que Derek traía en brazos.

El enorme can color café con blanco comenzó a ladrar alocadamente en cuanto entramos a la tienda.

-Wow, tranquilo amigo.- Derek intentó tranquilizarlo, me agaché y solté la correa del perro quién fue a jugar con otro en algún lado de la tienda.- Me había olvidado de soltarlo...- se excusa Derek, solamente reí.-¿Como has estado?

-Excelente, salí a comer con mi padre ayer.-sonreí animadamente mientras Derek alzaba una ceja.

-Hace unas semanas, cuando vino a recogerte saludó muy coqueto a la mujer de al lado.- lo miré con el ceño fruncido.

-¿La de la heladería?-El asintió, reí mientras negaba con la cabeza.

-Voy a bañar a nuestro nuevo amigo.- se llevó a uno de los animales recién llegados hasta la otra habitación.

Mi padre tal vez tenía sus cuarenta y tantos, casi cincuenta, el hecho de que yo hubiera sido una "sorpresa" cuando ambos eran jóvenes, le daba ventajas a papá, creo que nuevamente está decidiendo darse otra oportunidad en el amor, lo cual me hace feliz.

-¡Maddie, trae las galletas!-tomé el plato con galletas para perro y corrí hacia la bañera.

-¿Que pasa?- pregunté viendo a Derek empapado y sostenido al perro para que no saliera corriendo.

-¡Quiere huir!-Solté una carcajada viendo como Derek intentaba sostener al enorme perro quién luchaba por salir corriendo de la bañera.- ¡Deja de reír y ayúdame! ¡Donito, quédate quieto!

Escuchar aquel nombre apagó totalmente mi risa.

No era una coincidencia. Sería demasiado raro un San Bernardo gigante con el nombre de "Donito"

-¿Quien lo dejó aquí? -pregunté hacia Derek- A éste perro...

-El registro está en la entrada, ¿Ya me puedes dar las galletas?-se las pasé y me dirigí a la entrada, tomé la tabla de registros que los dueños de cada animal llena con sus datos, hasta que encontré el de "Donito"

"Ian McNally"

El estaba aquí, de nuevo.

He is Ian © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora