Deseos de cosas imposibles

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Agosto 15, 2016.

Estaba segura que dentro de ella, todo se encontraba roto.

El techo de su habitación parecía estar más alto. Tal vez eran las lágrimas que aún caían sin cesar por sus ojos, pensaba que tal vez siempre fue así pero no se daba cuenta por lo ingenua que era.

No, se equivocaba. Aún lo seguía siendo.

¿Cómo es que nunca se dio cuenta?

Todo era demasiado obvio y no dejaba de darle vueltas por la cabeza el porqué de que nadie le dijera nada. Suponía que no creían que fuera lo bastante fuerte para poder aguantar tanto dolor, deseaba haberlo sabido desde un principio porque creía que así sería menos doloroso.

Los secretos de los que se tuvo que haber enterado durante sus dieciséis años de vida le fueron revelados en un día y lo sintió peor que un balde de agua fría.

En menos de un instante se levantó de la alfombra morada y cruzó la habitación para llegar hasta el librero, quitó sin cuidado todos los libros de uno de los estantes y retiró la madera que cubría un hoyo en la pared, de donde sacó con delicadeza el guardador de secretos.

Lo abrió desesperada por ver la última hoja, leyó incontables veces la misma corta lista que escribió durante los últimos nueve años de su vida y no pudo evitar caer de rodillas al darse cuenta que ni la mitad de ella se hizo realidad y lo patética que llegó a ser sin darse cuenta.

Olvidó lo feliz que había sido por tanto tiempo y se dejó invadir por pensamientos negativos.



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