El otro día estuve a punto de tirar aquella pluma horrenda que me regalaste por mi cumpleaños, pero luego recapacité y no lo hice. Menos mal. Algo hubo que me dijo que esto lo escribiría mejor con ella y di en el clavo. | Por primera vez en mi vida... acerté.
Lloro mientras sumerjo la pluma en tinta de sangre y te escribo con rabia, mucha rabia. Así que no creas que vengo a pintarte la vida de color de rosa, esto fue un auténtico caos. Y por suerte o desgracia me ayudaste a conocer mi lado oscuro, mi lado repugnante. Es lo que único que te agradezco en estos momentos. Así que vendré a dejarte la mente como un campo de minas. | Y después tiraré tu pluma.
Pd: te quiero, pero no me gustas.