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Todo dio su inicio un día de esos vaivén, uno de esos en los que solo esperas el regreso de otro amanecer y transcurrir ese transe como ayer, en los que asistes a cierto plano y tiempo, porque por alguna extraña razón, inexplicable por la ciencia y lo abstracto resulta que distintas partes del silencioso destino quizá inexistente para el uso de razón se juntan y elaboran una maldita coincidencia, una explosión total que quizás te cambia la vida entera, y aun así vamos, corremos hacia el tramo, novatos sin absoluta experiencia, ansiando vivir hasta que anochezca, así poder despertar el día siguiente escuchando nuestra respiración, sientiendo la sangre corriente, pero resultante tenemos aquel día que lo cambia todo, sin saber cuando y donde, con inconciencia innata llega, y en mi caso no asiste solo, por contrario trae consigo otra respiración, otra circulación.

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