Doce días.
Hace doce días estoy encerrada, a oscuras, atada sobre un colchón húmedo en un sótano mohoso, siendo maltratada por un psicópata.
Él baja dos veces al día con un vaso de leche y unas galletas para mí, me obliga a comer y se sienta a mi lado hasta que termino mi comida, si tuviera opción no comería pero la primera vez que me negué quemó mi brazo con su cigarro.No sé cuánto tiempo paso desde que despierto hasta que escucho unos pasos y veo una silueta que no deja que la luz entre completamente por la puerta. Es él, en sus manos tiene un vaso de leche y un plato con cuatro galletas, con tan solo verlo se me revuelve el estómago.
No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que él se para frente a mí y me lo dice.
— ¿Por qué demonios estas llorando?– Habla en tono bajo, deja el plato y el vaso delante mío y luego se arrodilla — ¡Tendrías que estar agradecida de que te traigo comida dos veces al día!— Grita para después patear la leche y las galletas.
Él se para y comienza a caminar de un lado a otro enfrente de mí, murmurando cosas que no logro entender. Yo solo sigo llorando y él se ve más molesto con cada sollozo que se me escapa, después de unos minutos, que se sienten como horas, se pone en cuclillas delante de mí.
— ¿Tienes alguna idea de porque te escogí a ti?— Pregunta, haciendo que lo mire confundida —Porque me gustas hace mucho, te he estado observando hace casi un año. Solíamos vivir en el mismo edificio, ¿lo recuerdas? Yo salía a buscar mi correo al mismo tiempo que tú lo hacías, pero nunca me notaste. Luego te mudaste aquí y no tenía dinero para seguirte de inmediato pero de todas formas te seguía viendo todos los días, cuando salías a buscar tu correo, a pasear a tu perro, cuando te ibas caminando al trabajo— Él acaricia mi mejilla y limpia mis lágrimas —. Te veía a todas horas, cada día de la semana y ahora me siento tan afortunado por tenerte solo para mí.
Cuando termina de hablar estoy temblando, está tan cerca que temo que intente besarme, por suerte se aleja y sube las escaleras, cuando llega a la puerta se voltea y me habla.
—Mi madre vendrá a las 3:30, será mejor que te prepares porque le dije que eres mi novia.
No sé cuánto tiempo pasa hasta que vuelve a bajar pero me estaba quedando dormida, es lo único que puedo hacer aquí para no volverme loca. Él me toma del brazo para levantarme y me desata, no sin antes amenazarme.
—Si intentas escapar, o haces algo extraño, voy a rebanarte la garganta ¿lo entiendes?— Yo asiento —Bien.
Prácticamente me arrastra hasta el baño, ya que me cuesta caminar después de doce días sin mover mis piernas, y me ordena bañarme, cambiarme (a un vestido y zapatos que ya están ahí) y arreglar mi cabello.
Después de hacer lo que me ordeno, me quedo mirando mi reflejo, seguro se está impacientando así que abro el botiquín buscando un cepillo de dientes, pero lo que encuentro es una prescripción médica completamente escrita y una gran cantidad de frascos de distintos medicamentos.
Veo un frasco de melatonina sintética y lo tomo, recordando que es lo que mi madre solía tomar para dormir. Las instrucciones dicen que cada pastilla asegura seis horas de sueño, estoy cansada de todo esto, tal vez si tomo muchas pueda dormir para siempre.
Saco varias pastillas del frasco y estoy a punto de tomarlas, pero escucho unos pasos así que guardo el frasco en el botiquín y pongo las pastillas en un bolsillo del vestido.Cuando estamos en la cocina me dice que prepare unas galletas, me da una receta y me dice en que estantes están las cosas que necesito para prepararlas.
Al tomar la botella de aceite veo que detrás de esta hay veneno para ratas en polvo, si se distrae lo suficiente tal vez logre poner un poco en la masa.
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Leche y Galletas [2]
Short Story«¿Te gustan mis galletas? Son sólo para ti.» Único capítulo. Historia inspirada en la canción Milk and Cookies de Melanie Martinez.