Ángel y demonio

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Alas de cadenas y belleza profundamente maligna.

Mirada ardiente y oscuridad infinita...

Estabas ahí. Bajo la inmensa luna, reina de los cielos, tras las ardientes llamas, bailando excitantes de tu presencia, frente a mí y mi transparente corazón tan cristalino como cada gota chocante del fuerte invierno.

Entonces fue cuando desprendiste tus alas y supe de inmediato cual sería mi destino; yo, estaba muerto. El día de hoy aprendería cual era el verdadero significado de mi existencia. Y ¿sabes? Te lo agradezco, tu cuchilla penetró mi carne y llegó hasta mi corazón ¡sublime! Eras aquella persona que siempre esperé y que no tenía ni la remota idea de su existencia o mucho menos, mi propia necesidad.

Bajo la traviesas estrellas, siempre expectantes. Delineaste mi nombre y algo más... tú odio.

Un ángel.

Si, así fue como yo te nombré. Siempre furioso, amenazante y dispuesto a matarme en cualquier momento. ¡Perfecto! Y yo...

--¡Eres el demonio! –

Vociferaste fieramente, con tus ojos en llamas casi podías volverte loco. Las cadenas envueltas en tus manos se encontraban listas para acabar conmigo y tus mejillas empezaban a sonrojarse violentamente. Tu rubia cabellera se mecía ferozmente, jamás me había sentido tan dichoso. Me mirabas con desdén y aquellos ojos color sangre eran solo para mí, no me importaba de qué manera era pero sentías algo por mí y como amaba sentirme así.

¿Cuál es el límite de la felicidad?

¿Acaso la paz tiene fecha de caducidad?

¿Cuánto más?

Por favor, si lo deseas, hazlo ¡mátame! Déjame sentir tus delicadas manos tocar mi miserable cuerpo. Hazme probar solo un sorbo de tu glorioso ser, no soy una persona común y el estar aquí y ahora puede ser un hecho milagroso ¿Cómo puedo llamar a todo esto que siento por ti? Jamás me había sucedido. Desde que era un niño nunca supe lo que era tener alguna clase de fuerte sentimiento hacia alguien, solo entrené y me hice fuerte. Llegué a la ciudad y realmente nada cambió de manera drástica, los conocí a ellos y se convirtieron en mis camaradas; de fechorías, delitos y a veces, obras de caridad. Y se acabó.

Fue aquel día en que decididos realizar una pequeña, nada compleja y enriquecedora misión. Entre risas de nosotros, llantos y gritos desesperados de ellos concluimos con un total de ciento veinte personas muertas y el mismo número de pares de ojos rojos. Vaya, no fue amable de mi parte haberlo hecho ¿verdad? Dime ¿Cómo te sentiste al regresar y encontrarte con tal escena? Y tu expresión, tus pensamientos y algo más, tus planes al futuro.

Sí, golpéame. Volvería a matar para verte así. El estar envuelto, aprisionado y lastimado por tus alas de metal me hace sentirme vivo. ¿Tú no? Es tal y como dices, soy un demonio y tú, mi bello ángel haz tenido la desgracia de conocerme.

Desastrosamente nuestra hermosa felicidad no podía continuar.

--Kurapika... --

--¡No puedo! –

--Amigos... --

Me estaba divirtiendo, no le temía a la nada, ni siquiera a la muerte y como me habría encantado tenerte así cada segundo de mi vida. No fue lo mismo para ti... ¿Kurapika? Así que ese es tu nombre. No me lo creo, estoy sonriendo y no solo eso casi puedo reír efusivamente. Me eh sentido inmensamente feliz a tu lado mi ángel, Kurapika, pero al parecer tus amigos son más importantes. Ellos no desean que sigas haciéndome daño y no tanto por mi bienestar sino por tu cordura, además, mis camaradas han conseguido la manera correcta de llegar a un acuerdo, tengo que irme. No, sin antes despedirme.

Ángel y demonio(KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora