High School [JinTae] +18

Única Parte

Taehyung se encontraba mordiendo el piercing de su labio mientras contemplaba al muchacho de lentes que estaba alejado de la mayoría de estudiantes.

El joven se mordía las uñas por el nerviosismo que le causaba que alguien se le quedara viendo por más de un minuto y al parecer ese chico de cabello azul pensaba hacerlo por mucho tiempo más. Tomó una ramita que estaba a su lado y comenzó a hacer figuras invisibles en el pasto. Quería encontrar una distracción para olvidarse que un chico con pinta de drogadicto pero sumamente atractivo lo miraba como si fuera una botella de agua a medio desierto. Cansado de agobiarse por ese hombre, se levanto de la bonita sombra que le daba ese árbol y comenzó a caminar por los pasillos. Respiró aliviado al no ver al chico siguiéndolo. Quizás Seokjin solo estaba exagerado.

Taehyung se apoyó en un casillero viendo con mirada penetrante al chico que sacaba algunos libros de su casilla. Vió como su mano acomodaba sus lentes en forma demasiado delicada y curvo los labios. ¡Bingo! Las cosas se tornaron claras en su mente y su pantalón apretó más, si era posible, cuando el chico comenzó a caminar por el pasillo otorgándole una vista bastante buena de su trasero y fue a por él.

Seokjin mordió su labio nervioso, no quería volver a toparse con el chico de cabello azul y con perforaciones nunca más. Su estómago se revolvía de "miedo" al pensar en la mirada del chico en él. Sintió como era halado del brazo y quiso soltar un grito pero una mano enorme le tapó la boca. Se maldijo internamente por andar siempre por lugares tan solos donde nadie lo iba a poder ayudar. El olor de algunos productos de limpieza inundo sus fosas nasales ¡estaba secuestrado en la bodega del conserje!

- Tranquilo, lindo. No haré nada que no quieras.- Habló una voz gruesa en su oído que le erizo la piel. Sin haberla escuchado antes ya sabía de quien se trataba. El drogadicto acosador.

Taehyung le retiró la mano y lo volteó para que quedaran de frente. Miró directo esos ojos profundos que lo miraban atentos.

>Me llamo Taehyung. ¿Como te llamas, lindo?- Volvió a hablar el acosador que ya tenía nombre. Seokjin arqueó una ceja irónico.

-A estas alturas creí que ya tenías mi dirección y una copia de las llaves de mi casa, acosador.-Reprochó Jin haciendo reír al chico, provocando que él tragara saliva por lo hermoso que se veía riendo.

-Lamento que te hayas llevado una mala impresión de mí. Yo solo quería divertirme un rato.- Acarició su mejilla guiñándole un ojo haciendo que las mejillas de Seokjin se tornaran rojas.-Mierda... Creí que no podías ser más lindo. Di que sí. Quiero ver tus mejillas rojas y escuchar tus gemidos.

Seokjin lo miró con ojos bien abiertos al escucharlo hacerle tal propuesta sin rodeos. Pero no esperaba menos de ese hombre tan varonil. Él mismo no era un santo y su amigo ya estaba despertando entre sus pantalones.
-Solo que hay un probl...-Trató de explicar el mayor, pero fue interrumpido por Taehyung.

-Oh, claro que no hay problema.-Dijo mientras lo pegaba a la puerta comenzando por besarle el cuello y la clavícula.

Los jadeos y gruñidos de Seokjin no se hicieron esperar, la boca húmeda del desconocido se paseaba por su piel con una hambre que le hacía quedarse quieto y dispuesto a que esa boca siguiera recorriendo su cuerpo. Las manos expertas del peliazul comenzaron a acariciar todo su cuerpo de manera descarada. Y Jin no se iba a quedar atrás, no en esas circunstancias. Podría parecer raro y demasiado tonto para los demás, pero no desperdiciaría esa oportunidad. Claro que no. Sintió como las manos desesperadas de Taehyung subían su camisa y alzo los brazos.

El menor se quedó impresionado ante la vista, él abdomen de Seokjin estaba muy bien trabajado y se podían notar perfectamente sus músculos tensos y en forma. Taehyung pensó que ese chico no debía esconderse en esa ropa tan grande. Sin poder resistirse pasó su mano con delicadeza por el pecho del pelinegro y fue bajando su mano hasta sus abdominales viendo como el abdomen de este se contraía por las caricias que le estaba otorgando. Mordió su piercing, lo miró a los ojos y después bajo su vista a los labios de éste sintiendo unas ganas inmensas de besarlo. Eran tan grandes y se veían de un rosa bastante apetecible. Y lo besó.