Era hace una vez en un pueblo olvidado hace mucho tiempo, un hombre muy extraño que jamás había podido conciliar el sueño. Cada noche se sentaba en una silla de madera, pues no tenía una cama, y miraba cansadamente la ventana empolvada que jamás olvidaba cerrar antes de que la oscuridad toque el vidrio de aquella. Y mientras se sentaba en esa silla, siempre meditaba en silencio para sí mismo preguntándose cuál sería el sueño que vendría a visitarlo esa noche.
Verás, los sueños son para las mentes dormidas y son las mentes dormidas los lugares que ellos prefieren habitar, pero cuando un sueño no tiene una mente dormida que habitar no le queda otra opción más que encontrarse un lugar nuevo.
Y así, el hombre esperaba cada noche en la oscuridad de su vacía habitación, esperaba ansiosamente a que el sueño lo acogiese entre sus brazos.
Los inviernos eran los peores tiempos para él, era durante las noches más frías donde los sueños ganaban fuerza. Y era justo cuando esto ocurría que ellos se volvían más difíciles de distinguir de la realidad.
Era esa incapacidad suya de no poder separar los sueños de la realidad lo que le impulsaba a cerrar la ventana con fuerzas cada noche.
Era lo que le advertía que debía alejarse de las personas lo que le hacía mantenerse en secreto. Eventualmente se había convertido en un hombre tan extraño en el pueblo, que ya ni siquiera tenía que alejarse de las personas, pues ellas dejaron de percatarse de su existencia.
Fue a finales de invierno cuando lo inesperado ocurrió.
Me estoy ahogando.Mis pulmones se agrandan, mi visión da vueltas y lo único que siento es un ardor en mi nariz que se hace cada vez peor. Estoy muriendo. Puedo sentirlo. Puedo sentir mi alma escapándose, la vida yéndose de mi alcance. Pero no es como si importara, luchar ya no tiene sentido. Mi cuerpo se vuelve pesado y pensar que la muerte se acerca me trae esperanza. ¿Por qué seguir luchando? ¿Por qué darle importancia?
''Despierta..!''
Escuché el sonido de una voz a lo lejos. El sonido de su voz me da escalofríos en la espalda –o quizá ya empecé a convulsionar- y siento mi pulso acelerarse, lo cual es la reacción más estúpida que mi cuerpo podría tener a estas alturas ya que estoy básicamente muriendo. Sé que está demasiado lejos, muy lejos como para verme, muy lejos como para alcanzar, pero quiero alcanzarla y mi consciencia se aferra a su imagen con toda su voluntad. No me importa morir. Es mi suerte, mi destino. Lo único que me importa ahora mismo es conocer aquella voz que me habla.
Despertó bruscamente ingiriendo grandes bocanadas de aire para que pueda recuperar la respiración, aquel hombre estaba tendido en el suelo con la silla a un costado intentando reincorporarse a la oscuridad de la habitación. Mientras sus ojos se adaptaban, observó la ventana, la cual siempre cerraba en las noches, y se percató que aun no la había cerrado.
El sueño había llegado, pero alguien o algo más llegó con él, desde ese entonces, él vivía frustrado, tratando de darle una forma a la misteriosa voz.
Los sueños seguían, el escenario no cambiaba, el hombre seguía ahogándose, la lucidez del sueño era demasiado real, tan real que jugaba con sus emociones.
''Despierta..!''
El remolino de agua en el que estoy atrapado va llenando mis pulmones con cada segundo que pasa. El ruido de mi propio corazón palpitando en mis oídos nubla mi recepción de la voz que me llama. Hago un esfuerzo más por salir del agua pero cuando empiezo a patalear otra ola me revuelca haciéndome perder todo sentido de orientación. Sé que si intento salir ahora podría nadar en la dirección contraria y sólo introducirme con más profundidad en el mar. Es entonces que deseo morir, cuando descubro que no hay salida, que mi única salida podría ser también mi perdición. Es entonces que decido renunciar a la vida.
''Cálmate'' se dijo así mismo despertando del sueño, tendido en el suelo de nuevo. Se levanto y vio aquella ventana, la cual las últimas noches había permanecido abierta. Sus ojos empezaron a divisar a lo lejos un poco de naranja tiñendo el cielo nocturno indicando que el amanecer se acercaba. A medida que la extensión de naranja iba avanzando se hacían más notables las sombras que formaba a través de la ventana. Muchas formas se daban a través de la ventana reflejando al piso. Una de ellas, la más hermosa de todas, tuvo una forma muy fácil de reconocer. Vio a aquella figura hacer un elegante movimiento, consecuencia de alguna rara ilusión óptica, y al mecerse al son del naranja, la palabra llegó hasta sus labios. Una mujer, una musa, la dueña de aquella voz que invadía su mente.
En el fondo de su mente la melodiosa voz se levantó, rompiendo con las barreras de lo real y lo ficticio, la voz que hasta ese día solo había escuchado en sueños ahora estaba resonando con claridad en el fondo de su conciencia.
''Despierta''
Abrió los ojos, los cuales se llenaron de lágrimas acompañados de un nudo en la garganta. Muchas luces, muchas camas, silencio absoluto y la mujer mirándolo directamente a los ojos. Aquel hombre no sabía dónde estaba ni menos que le había pasado.
El hombre por fin había despertado de tan largo sueño. Un sueño que lo había atrapado por más de seis años.