Mi regalo especial

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Las avecillas trinan, yo sigo caminando. El pequeño riachuelo alberga a un pobre gatito, quien lucha contra la fuerza de este.

Desde hace una semana, gatitos han dado con este lugar. Han hecho travesuras y yo he tenido que estar muy atento para salvarlos de cualquier tragedia. Con cuidado me acerco, mis manos ayudan al minino. Lo arrullo entre mis brazos sonriéndole, apenas puede temblar y maullar.

Cuando está seguro sobre la tierra seca, corro por entre los matorrales buscando a un zorrito. Este siempre anda peleando con mis perros, es un dolor de cabeza pero es como mi mejor amigo.

Sin embargo, cuando observo al zorrito saltando para triturar con sus dientes a las mariposas, caigo en cuenta que hay una persona de más aquí.

—¿Se ha perdido?

El joven aparenta ser de mi edad, sus cabellos azabaches con un ligero azul están sucios, mas no me responde y su mirada está ausente.

Su cuerpo cae rendido sobre el pasto fresco, seguidamente corro para ayudarle.

Kurama, el pequeño zorro, trota delicadamente a mi lado; por otro lado, el muchacho sigue inconsciente en mis brazos. Es lo más raro que me ha pasado, pero decido llevarlo conmigo y curarlo.

Dispongo de mi cama para echarlo sobre esta, él se remueve inquieto y su respiración es más constante. Posiblemente esté demasiado agotado, su magullado cuerpo me lo exclama claramente.

En la cocina, luego de preparar nuestro almuerzo, sirvo dos raciones de caldo y en un instante las llevo a mi habitación. En la habitación dejo en el piso la bandeja y con unos trapos húmedos acaricio el rostro de este chico, su belleza me era indescriptible y atormentadora. Una vez terminado de limpiar la cara procuré despertarlo, tenía que alimentarse. Sus ojos inmediatamente se posaron en los míos e hice lo posible para hablarle.

—Eh, te encontré cerca a mi casa. Te he cuidado desde entonces pero necesitas comer.

Él parecía captar mis palabras y con un poco de mi ayuda le hice incorporarse.

—Soy Uchiha Sasuke, disculpe por las molestias.

Recogí la bandeja y se la puse sobre sus piernas.

—Oh, no debería usted. Pero adelante, coma que es mi paciente. Por cierto, me llamo Namikaze Naruto.

Y la habitación nuevamente se vio envuelta en el silencio, no tardé en terminar de comer. El reloj de mano me indicó que era hora de llamar a mi mamá, si no lo hacía me mataría.

Con una disculpa me retiré de la habitación y marqué al número de mi madre, respondió al instante.

—Cariño, ¿qué tal? Mañana, tu padre y yo iremos a verte y te daremos nuestro regalo.

—Mamá, te había aclarado que no me importaba si me regalaran algo, solo quería verlos después de cuatro meses sin sus presencias.

—Esa es una tontería, ¿hiciste caso respecto a reposar debidamente? Si veo que no, me tendrás que aguantar por mucho tiempo.

—Oh, eh, por supuesto, mamá. ¿Cómo piensas que no? Además gozo de buena salud ahora y conseguí un amigo. Es un zorrito llamado Kurama; ¡te agradará cuando lo conozcas, dattebayo!

—Vale, ten un feliz día, cariño. Mejórate pronto ya que tus amigos preguntan por ti y me exasperan.

—Vaya, siento eso. Hasta mañana.

La llamada se cortó y sonreí, mi madre era genial y siempre me alegraba en momentos difíciles.

Pasos pesados provenían de la cocina, raro... De esta, Sasuke salió con una cara seria. Yo lo había dejado en mi habitación... tal vez solo necesitó comer algo para tener energía nuevamente. 

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