I

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El tintineo de la campana anunciaba la llegada de un nuevo cliente en la pequeña -pero acogedora- cafetería que se hallaba en el centro de la ciudad

SoHee, sin despegar la mirada del crucigrama que resolvía le dio la bienvenida.

Había aprendido un mes después de conseguir el trabajo, que la mayoría de los clientes que visitaban aquel establecimiento solo en pocas ocasiones respondían su bienvenida, y cuando lo hacían, era de mala gana, así que su entusiasmo lo guardo en una caja y lo escondió debajo de su cama.

Tal vez algún día volvería a ocuparlo.

-Sí, hola. Un Late de Vainilla grande. -

La muchacha castaña asintió y de inmediato se dirigió a preparar el pedido.

Comenzó a pensar en todas las cosas que debía hacer llegando a casa y algo más. Los deberes de la escuela, los mil proyectos que debía entregar, los problemas sentimentales que agobiaban su mente, su manera tan estúpida de elegir a idiotas como novios y la constante presión que sus padres le ejercían al exigirle demasiado comenzaban a hacerla sentir abrumada.

Demasiado estrés para tan solo tener 19 años de edad.

Demasiado dolor para tan corta edad.

Tan sumergida en sus pensamientos estaba la muchacha que no se percató que el agua caliente había sobrepasado los límites del vaso y había quemado su piel, tornándola de un color rojizo.
El dolor, como siempre, no tardó en aparecer. Maldijo en voz bajo y mordió internamente su mejilla.

-Dios, Hee, que horror, deberías ir a atenderte esa mano de inmediato-. Dijo su compañera de trabajo con una mueca en su rostro-Yo me encargo de esto.

La muchacha fue por el pequeño Kit de emergencia que se hallaba en una esquina de la cafetería, el cual solo contenía un frasco con alcohol, unas pastillas sospechosas, gasas y una venda. No podía exigir mucho, después de todo, fue culpa suya por ser tan descuidada.

Atendió lo mejor que pudo su quemadura, haciendo nota mental sobre comprar algún ungüento que le beneficiará y de inmediato se dirigió a su puesto, hasta que finalmente termino su jornada.

Después de pasar por una farmacia y untar una crema que ayudara a curar mejor su quemadura decidió no ir a casa aún, en cambio, quiso dar un paseo por las calles poco transitadas de la ciudad, necesitaba escapar un instante de la realidad y de un momento a otro se encontraba sentada frente al lago, con un cigarrillo en mano.

- ¿Cómo es posible que algo tan pacífico y tranquilo pueda ser tan mortal? -

La voz masculina sobresalto a la castaña y su mirada se posó en el alto chico pelinegro que no supo cuándo había llegado.
SoHee no comprendía que era lo que aquel sujeto desconocido había dicho, hasta que miro el lago y algo en su cerebro hizo clic.

Exhalo el humo antes de poder hablar-Supongo que a veces subestimamos las cosas-

- ¿Será eso? -

-Yo creo que sí, la mayoría de veces pensamos que algo -alguien- no puede ser capaz de lastimarnos y cuando menos lo esperamos, sucede-.

Y entonces el pelinegro comprendió a que se refería.

Y le dio una sonrisa ladina.

Y poco después río por lo extraño que era la situación y su conversación.

Y un instante después, estaban compartiendo sus números de teléfonos.

Desde ese día ninguno de los dos se había vuelto a ver, su conexión se basaba únicamente en las palabras que se enviaban constantemente. No llamadas, solo textos. Se contaban sus días, sin llegar a ser tan profundos con sus vidas personales.

WILD ❀ Kim JongdaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora