Como todos los días durante mis últimos tres años de vida, tomando en cuenta que los primeros cinco no hacía nada más que divertirme, comer y dormir.
Continúo, como de costumbre, me levantaba en la mañana, tomaba una fría ducha para despejar mi sueño y desayunaba junto a mi mamá, que humilde y forzosamente se ganaba lo que comíamos trabajando a diario en una casa de familia.
Quizás muchos se preguntarán por mi padre y seguro que esperan leer algo como que se olvido de nosotras y nos abandonó por otra mujer. A veces pienso que sería mejor si eso hubiese pasado.
Mi padre murió de leucemia cuando tenía cinco años. En ése momento no conocía mucho acerca de la enfermedad pero tenía entendido lo que era la muerte o algo así. Recuerdo a mamá decirme todas las noches que él estaba cuidándonos desde el cielo mientras me sonreía con la mirada triste. Cuando tenía ocho entendía perfectamente lo duro que había trabajado mi mamá para criarme sola. Ella es el ideal perfecto para mí y el reflejo de que cualquier mujer puede con eso y mucho más. Si existe algo que desearía más que a nada en el mundo, es tenerla conmigo para siempre.
Cogí mi bolso y lo coloqué sobre mi hombro, mamá sujetaba mi mano, como si me fuese a perder y luego salíamos. Vivíamos en una casa residencial humilde pero llena de gente muy amable, conforme caminábamos muchas personas la saludaban. Siempre me dejaba en la escuela a las 6:45 de la mañana y luego se iba deprisa a su trabajo, tenía entendido que su jornada iniciaba a las 7.
Siempre tuve la incertidumbre sobre ésa gigantesca y misteriosa casa, podría decir que era una mansión, adornada con un verdoso césped al frente, que a mí parecer, era la único que le otorgaba color a ése lugar. Pero luego estaban aquellas lujosas y muy altas rejas de color negro que llegaban hasta la acera de la calle por la que diariamente pasaba.
Ya era un hábito para mí, perderme observando cada detalle de las rejas de aquella casa pero esta vez había algo más. La puerta de la entrada estaba abierta y frente a ella, un camión de mudanzas. Me pregunté si acaso alguien de verdad vivía allí y si así era ¿De quién se trataba? ¿Ya se iba? O era posible que ¿Alguien estuviera llegando?
Escuche a mamá decir mi nombre y me sacó rotundamente de mis pensamientos jalándome más fuerte para que siguiera caminando. Continué a su lado, no sin antes observar por, quizás ultima vez, esa puerta abierta.
Esa semana transcurrió con normalidad, la verdad es que no era de las personas que esperaba que algo emocionante pasara en su vida porque lo más emocionante que había vivido hasta ése entonces era volver a ver a mamá reír. Y es que la verdad, nada me impresionaba tanto como para considerarlo emocionante.
De la escuela era la niña rara y a la vez, la invisible. Las otras niñas solían llamarme Frente de marquesina, está de más decir el por qué, también me apodaban como Pelo de chicle gracias a mi peculiar y extraño cabello color rosa, pero era algo muy propio de los Haruno. Luego Naruto, mi mejor y también raro amigo, me hacía reír diciendo que envidiaban que el color fuera tan natural en mí, mientras que ellas siempre debían usar mechones artificiales. Yo era una de las que, físicamente, se sentaban al fondo y al lado del gran ventanal en el salón de clases pero mentalmente, estaba en otro mundo.
Por lo general pensaba bastante sobre ella, pero ésa semana no hubo día que no se cruzara por mi mente la intriga de quién se iba o quién llegaba a esa casa.
La hora de salida era a las 2 de la tarde, mamá trabajaba hasta las 7. Así que siempre caminaba sola de vuelta a casa. Ése día estaba bastante soleado así que recogí mi cabello en cola alta y caminé con el sol puesto en todo mi rostro, no obstante me detuve al observar que un auto negro muy grande y lujoso se estacionó justo en frente de aquella casa. Mis dudas sobre si alguien se iba de allí, habían cesado. Mi corazón latía fuerte con tan sólo pensar que alguien nuevo había llegado. Esperé con ansias que bajaran del coche y cuando ocurrió me sentí decepcionada al ver que sólo eran dos musculosos hombres vestidos con traje negro, así que seguí mi camino.
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Al Otro Lado
Short StorySiempre fui la típica niña gris que pasaba desapercibida entre la multitud. Aquellas personas que están detrás de los que ven las espaldas a los que rodean al protagonista de la película, dentro de ésa pequeño grupo de seres humanos estaba yo. O eso...