Pasado

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Recostándome en una ventana, recuerdos abordan mi mente.

En un tiempo que incluso el cielo había olvidado, como una pequeña niña de ocho, conocí a An y Ra en los enormes desiertos de Egipto.

An era una existencia cerrada, exponiendo frío y misterios con su cabello negro que siempre cubria sus ojos y su piel palida,cosa imposible en nuestra tierra. Ra, al contrario, tenia un cabello como el trigo y piel bronceada, una existencia brillante, gentil y alegre.

Desde extraños encontrados por casualidad que compartieron un rancio pan, hasta hermanos que sin necesidad de sangre que nos uniese nos amabamos entre si. Para una niña huerfana bajo el cuidado de distanciados familiares, ese apoyo lo era todo.

Tal vez al principio era solo un entretenimiento, pero de algun modo terminaron protegiendome. Para el momento en que me di cuenta que ni siquiera era eran mortales, ellos lo habian manejado todo, dando visiones y profecías para que yo sea una aprendiz de sacerdotisa, a pesar de mi corta edad. 

Doce años habían pasado en un instante y yo era la sacerdotisa jefe del templo de Anubis. A decir verdad, siempre lo preferí. La mayoría se inclinaría hacia el animado y amable Ra, pero por alguna razón que incluso ahora no entiendo, yo siempre amaria mas a An. Supongo que, inconscientemente, sabía que su interior era tan cálido como el sol, solo que no daba su calor abiertamente como el.

¿Como no podría amarlo, si siempre me había tratado como si incluso una pluma podría dañarme? 

Esa época era muy peligrosa, muchos imperios poderosos tenían la vista en nuestro territorio y las guerras eran cosas de cada día. Siempre estuve protegida por esos dos dioses que amaba, sin correr ningún peligro, sin tener el más mínimo temor. Pero cuando las guerras sangrientas te alcanzan, no hay manera de salir ilesa.

Un dia, tan igual a los otros y a la vez tan diferentes. Uno de los grandes imperios que derrotó a nuestros soldados y tomó el reino. Los sacerdotes se resistieron al principio, pero eso fue lo que decidió nuestro final. 

Una gran masacre se extendió, hasta que no quedó ninguna persona que siquiera recordara a nuestros dioses, excepto yo. Una vez más fui protegida por mis mas grandes amigos, aunque al final, yo no pude protegerlos. 

Deben saber que los dioses no nos crean, nosotros somos los que los creamos con nuestras oraciones y pedidos. 

Me oculté en una cueva y durante décadas los mantuve con vida, pero solo soy una persona y no puedo vivir eternamente.

Sin embargo, en mi ultimo segundo de vida, y por consiguiente los suyos también, me dieron el mayor regalo que me pudieron dar. Recordarlos.

Una persona cuando muere, vuelve. Los recuerdos que tienen guardados de su vida pasada son borrados, dándoles un nuevo inicio. Pero ellos me dieron la inmortalidad, permitiendome tener todas mis experiencias y recuerdos de todas y cada una de mis vidas. 

Luego de que ese obsequio se me fue entregado mi vida como Neith, una sacerdotisa, llegó a su fin.

Muevo mi cabeza de nuevo, como acostumbro hacer cada pocos minutos desde hace mucho, y les sonrió a los hombres a mi lado, uno tan brillante como el sol y el otro tan misterioso como la noche.

                                                                  ¿Fin?

No existe el fin, no existe el principio, 

tan solo tiempo eterno, girando sobre sí mismo.

Holaaaa!!! Bien, seguramente están pensando ¿Que hace esta loca? ¿Que no dijo que iban a ser 6 o 7 capítulos? Pues lo reflexioné mucho y llegue a la solución de un One-shot. La historia en la que se conocieron solo daba para eso, de otro modo parecería muy forzado. Espero que entiendan que mi responsabilidad como escritora está en saber que tan larga debe ser una historia. 

Espero que les haya gustado, aunque seguro mas de la mitad saco esta historia de sus bibliotecas XD. Los amo♥♥

PD:Con respecto al fin medio raro ese, perdon pero queria poner eso en algun lado XD.

-Hidden    

La sacerdotisa(One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora