Parte Única

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Solía vivir en mi propio mundo, donde llevar vestidos por los tobillos y flores en la cabeza estaba socialmente aceptado antes del boom de la red social Tumblr.

No era la vestimenta más cómoda, no era la más fresca ni la que mejor me sentaba. Pero era la más yo. La que más feliz me hacía y más me costaba encontrar, ciertamente.

Pensar en juzgar un libro por su portada no cruzaba por mi mente, por ello era tan feliz. A pesar de los esfuerzos por parte de mi familia más cercana por hacerme llevar pantalones vaqueros y camisetas, por obligarme a quitarme las botas que solía llevar siempre y calzarme un par de tacones, por mostrarme tutoriales de maquillaje; aquello no era lo mío.

Me gustaba como lucían las ojeras violetas bajo mis ojos, hacían resaltar el color verde prado. Me gustaba como se veían mis labios secos y cortados, me gustaba mi piel pálida como la nieve. Me gustaba, a secas.

Desgraciadamente, no todo el mundo aceptaba mi personalidad. No todo el mundo podía aceptar que una chica fuera feliz sin comer cada día un costillar de cerdo a la parrilla, que en vez de regalar flores las pusiera sobre su cabeza, que no parloteara sobre los músculos de sus compañeros de clase y que no saliera de fiesta a las discotecas más modernas.

La sociedad espera de cada persona un comportamiento ya escrito y decidido, para luego juzgarte por ello, por intentar seguir sus cánones.

Hoy por hoy os daré un consejo; haced lo que os de la gana. Combinad rosa y rojo, comprad gafas redondas, salid a la calle con calcetines por las rodillas, pintaos los labios de rojo y besad a diez chicos —o chicas—, dejaos barba y teñirla de azul. Lo que os de la gana. Porque la sociedad es como la vecina cotilla del edificio, os va a criticar hagáis lo que hagáis, así que mejor aprovechad vuestro tiempo.

No me gustaba leer, no me gustaba salir con chicos, no me metía con nadie ni hacía caso de los estereotipos. Simplemente vivía feliz, o intentando serlo.

Ser feliz tiene un coste. Ser feliz no implica evadirnos de los problemas. No por dejar de ver la televisión, los índices de violencia de género, trata de blancas o explotación infantil disminuirán, los criminales desaparecerán y los huracanes dejarán de azotar países enteros. Para ser feliz, simplemente has de encontrar tu propio bienestar junto a lo que tienes.

La felicidad es ese sentimiento que aparece cuando piensas comerte el último trozo de tarta, miras el frigorífico y ves que no hay más, que es el último y cuando lo metas en tu boca no habrá vuelta atrás, no volverás a tener ese trozo de pastel de manzana recubierto de chocolate blanco en un tupperware dentro de tu nevera, podrás tener otros, pero no ese. Y aún así, lo saboreas y degustas con placer, sintiendo el billete de cinco euros quemando en el bolsillo, prediciendo que va a ser gastado en otra tarta igual a la anterior, o quizá diferente, pero que satisfará las mismas necesidades.

Felicidad es saber que las cosas llegan, hacen su función y se van. Y tú debes disfrutar de ellas.

Me gusta llamar rhapsodic a un sentimiento bastante peculiar que siento muy a menudo.

A pesar de compartir mis divagaciones bajo un nombre de usuario ultra secreto en Tumblr, nadie de esa misma red social ha logrado ayudarme a parar el desasosiego que siento cada cierto tiempo.

Sentir que lo tienes todo pero no tienes nada. Que haber gastado cuatro años de mi vida estudiando una carrera no han servido para nada, que la lucha a favor de los derechos de la mujer, del hombre y hasta de los pájaros que viven libremente en los árboles no está dando los frutos esperados, saber que la sociedad cae en picado, que el mundo va en declive y aún así, sentir que lo tienes todo. Que los planetas están alineados en tu favor, que a pesar de que el horóscopo diga que no es un buen día para conocer gente, crees una cuenta en Tinder.

Sentir que amas el sol pero la lluvia te da más amor, que a pesar del calor de sus rayos, las gotas mezcladas con tierra y ese olor tan peculiar pueden revivir tu alma. Mi alma.

Sentir que no vales para nada, pero vales para todo. Que puedes ayudar tan solo enviando un mensaje, que no necesitas tener cuerpo de reloj de arena para ser fabulosa. Que la tontería más grande puede salvar una vida y que al mismo tiempo, puede acabar con otra.

Sentir que sientes, aunque no sientas nada. Eso es rhapsodic. Sentir. Demasiado. Sentir todo lo posible y un cuarto de lo imposible. Lo bueno y lo malo, lo racional y lo no tanto. Todo.

Porque no dejaremos que la sociedad decida lo que debemos sentir. Yo elijo, y decido no privarme de nada.

Yo siento todo, al mismo tiempo.

Debería patentar esta expresión.

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