Verona
Él viento veraniego me abrazó de pies a cabeza, sentí como mi piel se ponía de gallina, un suspiro se escapo de mis labios y con rapidez recuperé mi compostura.
Mis ojos miraban con admiración su alrededor, me desplace con seguridad por la famosa "Calle Cappello"
Había pasado por la Plaza de las Hierbas desde Calle Mazzini, a la derecha se encuentra la calle de "La Casa de Julieta".Pero, aún no iría. Decidí primero comer algo, aprovechando él hecho de que habían varios restaurantes cerca.
Vi esta calle en una película, y desde ese momento me enamore.
Entré a un pequeño local no muy lejos de mi destino, era acojedor y olía increíblemente bien.
No estaba muy lleno, por lo que pude desplazarme por él lugar con comodidad.
Me sentía realmente cómoda en aquel lugar. Pedí pasta, era lo primero que probaría en Italia así que tenia que ser bueno.
Me trajeron un razonable plato con pasta, tenia orégano y olía al paraíso.
Lo probé, y se sintió como un orgasmo.
Fue un orgasmo, suspire satisfecha y miré al cocinero que se encontraba mirándome sonriendo.
—" Questo è delizioso!" (¡Esto es delicioso!)— grité en Italiano, él cocinero se rió y asintió con la cabeza.
Al terminar de comer, caminé hasta "La Casa de Julieta", estaba repleta de personas, pero yo estaba admirando la escultura de Julieta.
Era realmente bella, o bueno, lo fue.
Me paré a su lado, desde ahí podía ver él balcón de su habitación, y a su lado izquierdo había un escrito él cual estaba en Italiano.
—"Casa di Giuletta"— suspire mis palabras, mi piel se puso de gallina.
De repente, me sentía exhausta. Me senté en él pequeño muro que se encontraba a los pies de Julieta, estaba perdida en mis pensamientos.
Alcé la vista, y vi a lo lejos a una mujer de algunos treinta y tantos años con un chico mas o menos de mi edad.
La mujer llamó mi atención, estaba vestida con unos pantalones ajustados negros, y un suéter color azul cielo.
Tenía un tatuaje, decía "Non vè rosa senza spina" en su brazo.
Esas palabras quedaron paseando por mi cabeza.
“No hay rosa sin espinas”
No hay todo sin nada.
No hay amor sin odio.
No hay vida sin muerte.
No hay felicidad sin tristeza.
No hay ángeles sin demonios.
No hay personas buenas sin las malas.
Él chico me quedó mirando por unos instantes, yo bajé la vista tratando de evitar la suya.
Tenía unos despampanantes ojos azules brillantes, y su cabello castaño era corto, era muy atractivo.
Sentí como él rubor subía a mis mejillas, me levanté del comodo muro para ponerme debajo del balcón, me tropezaba con la gente, pero eso era lo menos importante para mi.
Pensar que aquí de conocieron mis padres, que aquí se enamoraron, llena mi corazón de felicidad.
Quería tirarme al piso a llorar, estaba terriblemente nostálgica.
Mi vida entera fue difícil, siempre. Desde que nací.
Estoy eternamente agradecida con la vida por darme esta oportunidad, trabajé y me esforce muchísimo por esto.
Y aquí estoy.
Una sonrisa tonta se escapo de mis labios.
Estaba cumpliendo mi sueño.