Me senté en aquella silla afelpada de manera nerviosa, impaciente, como un alma espectante preparándose para el momento es que aparecieces, muchas veces lo habías hecho mientras me hallaba con la guardia baja, pero no esta vez. Ahora era diferente, había pasado no se cuanto y estaba ahí de nuevo, esperándote, mientras alzaba la mano a un mesero para indicar que tenía una orden, me sentía apagado así que era momento de hacer algo raro, cafeína, necesitaba estar alerta ya que no quería volver a ser flechado de nuevo.
No sé cuantas notas habían pasado desde la primera, quizá cientos, ni idea de cuantos días y noches pasé en vela pensándola, amándola, y justo ahora la vería de nuevo. No había olvidado ningún momento, ni siquiera el primero en el cual caí rendido ante ella, sin embargo los malos también estaban ahí, queriendo rasgar mi ya cicatrizado corazón, no soy muy bueno en esto, te lo juro, enamorarse es complicado, por desgracía es más complicado dejar de estarlo, no sé, pero en este momento me atrevería a decir que es casi imposible.
A paso constante, aquel mesero había decido hacerme dejar de esperar, tal vez no lo sepas, pero lo odio, detesto profundamente esperar, la simple idea me produce estrés pues siempre he creído que es mismísimo mundo se rige en un tiempo natural, y cada segundo que pierdes es uno menos de vida que podría emplearse para un millón de cosas, felicies o tristes, pero ya que lo has perdido jamás lo sabrás.
"No sé en que momento nos perdimos, en cuál dejaste de necesitarme, pero en serio, lamento mucho que todo haya sido así, no sé en que momento pensé en dejarte" Pensaba mientras revolvía mi taza, esperando que su aroma penetrara mis nervios olfativos para finalmente perderse en algún ricón de mi cerebro; mientras el calor escapaba para nunca regresar, incluso mi propia alma parecía pasar por lo mismo.
Ella no llegaba mientras el tiempo consumía la mitad de mi taza, su sabor me había dejado consternado, era muy seco, pero demasiado amaderado como para dejarlo, su sabor era inconfundible, quizá me recordaba un poco al de ella, aquel sabor que parecía no volver, otro sorbo, meintras mis esperanzas se sorbían junto con este.
Ha llegado la última sorbida, se ha acabado, no la volví a ver hoy, tal vez tampoco mañana, no lo sé, quizá jamás, tal vez la vida misma sólo trató de darme una dura lección, me puso a prueba, o tal vez solo fue un juego macabro de la misma, uno que ni yo mismo se si podre ganar, si podre olvidar. El café se ha ido, junto con mi espíritu que se ha marchado a otro plano, y es que de repente he besado la mesa y no me muevo más, al final me veo desde lo lejos meintras pienso que no solo el café se ha acabado y que finalmente, mi corazón ha parado.