Siempre

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No posees prendas
la tez no te pertenece
hambre sin saciar
maldita perversión supurante
carcome lo que no se explica
causa esta extraña sensación
un deseo inigualable que quema
me atrae a tus líneas
las cuales contienen alimento
con el que calmo a la bestia
fluidos se deslizan a ninguna parte
mordiscos incrustados por doquier
besos expedidos por demonios
tan cerca que se mueven como uno
gritos fruto de toques
aviva la brutalidad retenida
anhela sangre guardada
destrona a la muerte y coloca placer
embriagador olor de piel nuestra
rasguños marcan territorio
embestidas de estruendo diabólico
súcubos del Averno complaciéndose
bañada en descendencia de él
empapado con gemidos de ella
en la oscuridad de tacto intangible
voces muy finas gruñidos guturales
ejército marchando a la gloria
dos entes de maldad
con gula del otro.

Los malditos no duermen ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora