Es fin de semana, me despierto por el rayo de sol que se entromete por las cortinas de mi ventana.
Me estiro y bostezando abro calmadamente mis parpados, para darme cuenta que he hecho en mi semana. ¿Qué he hecho? Es una gran pregunta. Y para poder responderla solo necesitarías repasar un poco mi diario. ¡Sí! Tengo un diario, más bien muchos diarios para la edad que tengo; casi 16, ya he llenado decenas de ellos con mis cortas historias sobre mi día.
Siempre he querido ser una escritora, reportera, columnista o cualquier cosa donde pudiera escribir, pero aún no sé qué escribir. Ya que escribir sobres los tontos de mis compañeros, no es tan interesante.
Olvidando mis pensamientos porque escucho el estruendo de que me llaman para el desayuno.
–Ash, siempre es lo mismo todos los días desde que mamá está de vacaciones–. Dije, mientras me levantaba de mi cama.
– ¡June, baja ya!–dijo mamá, en tono de desaprobación. – ¡Ya está el desayuno! ¡Y no debemos llegar tarde!
¿Qué? ¿Llegar tarde para qué? ¿Hoy es sábado, no? Corro a revisar mi calendario de apuntes para notar con horror que hoy SÁBADO es el cumpleaños de la tía Ellen.
¡Oh, no! Como pude olvidarlo, me agrada mi tía Ellen pero no me agradan mucho las fiestas familiares, siempre los primos presumidos, tíos que te olvidan y expresiones de que siempre soy la rara del grupo.
Preparándome para salir huyendo con cualquier excusa mi mamá llama a la puerta semi abierta:
– ¿Ya estas lista?–arqueando una ceja mientras lo decía. –Prepare tu desayuno favorito.
¿Ah, sí? ¿Helado de fresa y queso, con galletas? Ese sería un desayuno perfecto. Aclarándome la garganta por ser tan temprano dije: – Si, ya estaba por bajar ma'. Solo estaba arreglando unas cosas.
–Como siempre tan perfeccionista con tus cosas, te veo abajo– dijo, mientras sus pasos se alejaban de mi puerta.
¿Perfeccionista yo? Solo porque me guste que cada cosa este en un lugar específico y que no me gusta que entren a mi cuarto y las pongan en otro sitio, no necesariamente es ser perfeccionista, ¿cierto?
Después de haber participado en el desayuno con mis otros odiosos hermanos, mi papá y para colmo mamá molestando por despertar de mala gana.
–¡Ay, Hija quita esa cara, ¡no será tan espantoso cómo crees!
–No, solo será lo usual June, todos nos reiremos de ti– dijo Joseph, mi odioso hermano embozando una enorme sonrisa que me dolería la cara solo de imitarlo.
Riendo también, Stephie la menor y Susan la mayor que acaba de regresar de su cuarto se puso tan roja como un tomate de tanto burlarse de mí.
Aclarándose la garganta papá dijo: – Ya dejen en paz a la rara June, hay que movilizarnos somos seis en esta casa, y hay personitas que se tardan–dijo, mirando a mamá–. Y tenemos que llegar temprano donde su tía Ellen.
Poniendo mis ojos en blanco por el comentario burlón de mi papá me dirigí a terminar de arreglarme para asistir a la fiesta de cumpleaños.
Estaba algo preocupada por no saber que darle de regalo, así que tome lo que tenía más cerca de mi escritorio junto con una bolsa de papel. Corrí después de eso, ya me llamaban para irnos en el auto hacia cuidad Esmeralda.
Y como siempre, en todo el camino hacia la fiesta familiar pusieron música y comenzaron las canciones, de todo tipo. Desde las más infantiles hasta las más antiguas.
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El diario de Ellen
AdventureJune Rosfol, emprenderá un viaje que podría ayudarla a ver más allá de lo que conoce acerca de su familiar favorito, su tía Ellen. Tendrá que ser muy paciente para encontrar la salida a ese laberinto en el que se encuentra. Pero no todo va ir como...