Fallin' in Love

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Arrastrando consigo hojas amarillas, rojas y naranjas por las calles, al igual que suéteres tejidos y latte de calabaza con espuma y canela que te esperaban en tu cafetería favorita de esquina, se había presentado el otoño en la ciudad.

Y, envuelto en un acogedor suéter tejido y con hojas aún en el pelo como adornos, Kibum entró a buscar su caliente y reconfortante bebida matutina preparada por su barista favorito.

Envuelto siempre en el vapor de las máquinas que calentaban la leche y tostaba los granos Jonghyun se encargaba de sonreír y dar la bienvenida a todos en una corta reverencia, con su grave y apacible voz, invitándoles a tener un buen día.

Y, claro que después de verlo, todo mundo estaba de acuerdo de que no podía ser de otra.

-Buenos días, Kibum-ssi, ¿lo mismo que todos los días tamaño extra grande?-le preguntó amablemente el barista frente a su caja registradora vaso en mano comenzando a escribir una carita feliz junto a su nombre.

Kibum fue a abrir la boca para decirle que con un croissant, pero el chico sonrisas se le adelantó.

-Y con un croissant.

-Gracias.

-Pase un bonito día.-recibió de su parte junto al cambio y pasó a tomar asiento en una mesa junto a la ventana.

Ésas eran las únicas palabras que intercambiaban todos los días, las de empleado y cliente, que significaban un mundo para Kibum y le eran necesarias todas las mañanas, sin faltas.

Cada vez que Jonghyun le pedía que pasara un buen día Kibum se sentía como un niño en Disney. Pero cuando Jonghyun estaba ausente y no se encontraba tras el vapor con su delantal verde y su eterna sonrisa -que Kibum sabía podía traer la paz mundial- éste se sentía como un chiquillo abandonado a su suerte, en una calle concurrida por extraños sin rostros, que le aterraban y hacían romper en llanto en medio de la desesperación.

Tal vez sonaba exagerado pero así de importante era para él verle todas las mañanas cuando iba por su café o frapuccino.

Sopló y dio un sorbo, desviando disimuladamente la mirada hacia Jonghyun.

El barista atendía ahora a una señora mayor con su nietecita escuchando atentamente su orden pero sin dejar de sonreír. Al principio, lo admitía, le molestaba y encontraba hasta forzada tanta felicidad pero luego de estudiarle desde su mesa todas las mañanas con ojo critico Kibum había llegado a la conclusión de que...así era el real Jongyun, un chico simpático, trabajador y sonriente que recibía a la vida con buena cara. Aquel pequeño detallito haciéndole caer más rendido a sus pies.

Kibum estaba seguro de que ellos harían una buena pareja.

Jonghyun sería el factor sonrisas de la relación, el chico positivo y optimista que le reconfortaría como una taza de chocolate caliente después de un largo día en su odioso trabajo de oficina. El hombro en el que lloraría. La roca en la que se apoyaría al sentir que caía. El dulce amor de su vida. Kibum sería el factor fuerza y serenidad, el chico centrado y responsable que calmaría el alma de Jong-ssi como el té de la tarde bajo una fresca sombra. Los abrazos que le envolverían y le arrullarían cada noche cuando se le agotaran las pilas y sintiera no pudiera avanzar dando cara al cruel y desgastante mundo en el que vivirían su bonita historia de amor.

Tan perfectos el uno con el otro como el yin y el yang, el cine y las palomitas, el vino y el queso, los besos y el placer...

...el otoño y su latte favorito de temporada -de calabaza- preparado de la mano de su Jonghyun.

PSL CrushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora