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Tenía tanto miedo de ser víctima de nuevo, de ser enterrado en vida por quien más quería, de ser abandonado, de sentir mi corazón roto una y otra vez, de quemarme frente a todos y nadie a la vez; descubrí que el causante de esas aflicciones eran mi corazón, así que lo arranqué, terminando de destrozarlo y lo escondí de cualquiera que quisiese usarlo, y lastimarme de nuevo.
Sumido en la oscuridad, mi antigua enemiga, la soledad, se volvió mi mejor amiga, dañé a los que más quería para alejarlos, porque sabía y sé que este camino no debe tener más víctimas que yo mismo.
A veces por las noches desentierro mi corazón, cómo un perro desentierra sus tesoros más preciados, sólo para volver a enterrarlos.
En esas noches mi alma revive, mis ojos se llenan de lágrimas, mis puños se cierran, y susurro mis miedos al viento, imploro clemencia a la parca, pero ésta me evita, quizá sea porque este es el castigo de los pecadores como yo, incluso mi fiel amiga la cruel soledad siente lástima por mí.
Hoy es una de esas noches, hoy que es Luna llena, se revela aquel deseo que mi desdichado corazón anhela, ruega por alguien, alguien que lo repare y haga latir de nuevo, alguien que vuelva a hacer escribir de amor a este moribundo y oscuro poeta.

My life in wordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora