Debajo de la piel

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Durante el día María había citado a todos sus "amigos" en la cabaña de Patricia, para así descubrir al verdadero asesino de ésta. Sin querer, había encontrado su diario y estaba dispuesta a todo para conseguirlo, hasta atemorizar a cada una de las personas que habían ido a aquel fatídico viaje.

Se encontraban reunidos todos en la sala, hasta que hubo un apagón y María se alejó de ellos. Esteban al verla más apartada la siguió y le espetó lo que había ocurrido durante el trayecto casa-cabaña.

E: ¿Quieres saber por qué estaba tan nerviosa mi tía Carmela? (le preguntó cuando estuvo frente a ella)

M: ¿Por qué? (completamente inocente)

E: te va a parecer extraño... pero en el camino creyó ver a Patricia... pero eso es imposible porque Patricia está muerta, pero de todos modos, detuve el coche y me baje con ellas para que se tranquilizara... como era de esperarse no había nada. Sin embargo...

M: ¿Sin embargo qué?

E: cuando llegamos a ese lugar había un olor muy especial, dice mi tía Alba que era el perfume que usaba Patricia... no sé, estoy seguro que estoy diciendo una locura, pero, pero es cierto, era el perfume de Patricia.

M: piensas igual que Carmela, que de verdad pudo haber sido Patricia...

E: No, por supuesto que no, no soy tan ingenuo... Patricia está muerta, y los muertos no regresan... lo que sí creo, es que hay alguien que intenta acorralarnos, pero no un muerto, sino un vivo... alguien demasiado vivo...

La rodeó y le habló muy cerquita de su oído, cosa que hizo que María se estremeciera, Esteban por su parte aspiró su perfume y sintió crecer en su interior un deseo que pensó que había muerto, pero no, el tenerla así, tan cerca de él se dio cuenta de que seguía vivo. Sin pensarlo dos veces, la tomó por la cintura y la acercó a él, lentamente echó su cabello hacia el lado y comenzó a besar su cuello...

M: ¿Qué... qué haces Esteban? (preguntó sorprendida y tratando de separarse)

E: no, no te vayas, quedémonos así (la atrajo más hacia su cuerpo por lo que María pudo sentir una gran presión en la parte baja de su espalda)

M: Esteban... (más sorprendida aún al notar la erección que crecía debajo de los pantalones de su ex marido)

E: así me tienes María, ¿ves lo que logras sin siquiera proponértelo? Ahora mismo estoy deseando tenerte debajo de mi cuerpo, hacerte mía como lo hacíamos en el pasado, tocar cada parte de tu cuerpo hasta verte explotar de placer (sintió que ella respiraba agitadamente ante cada palabra que él decía) ¿te acuerdas María? (la giró para quedar frente a frente) ¿recuerdas como éramos en la cama?

M: Esteban... (sonrojada a más no poder) esto no está bien.

E: no sé que me pasa cada vez que estoy contigo (le decía mientras acariciaba tiernamente su mejilla y ella lo miraba sin dar crédito a lo que él decía)

M: no, no Esteban (alejándose de él) tu no sientes nada por mi, así como yo tampoco siento nada por ti... sólo te estás dejando llevar por lo que fuimos algún día, pero sólo eso, no son más que recuerdos.

E: puede que sea cierto, pero pienso que será mejor averiguarlo juntos... (le dice mientras se acercaba peligrosamente a ella)

M: ¿a qué te refieres? (retrocediendo ante cada paso que daba Esteban)

E: a esto...

Ya estaba frente a ella y tomó su boca como hace algunos días había hecho, saboreó con su lengua aquellos labios que eran su perdición y que, a pesar de los años de estar separados, seguía deseando como nunca, eran como un imán y no podía dejar de besarlos.

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