45 minutos

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Sabía que la encontraría sentada en medio de ese gran salón, solitaria, como todas las tardes; cuando espera ver el atardecer para poder regresar a la realidad de su casa, de su hogar disparejo y roto, de su realidad absurda. 

Me senté a su lado como era de costumbre y, luego de reconocerme, se quedó en un silencio casi eterno para mi, como si admirara mi presencia. Luego de 1 minuto sólo quitó sus ojos de donde yo estaba, girando su cuello hacia la derecha, señalando el gran ventanal que se encontraba frente a nosotros y dijo:

         — "Quiero estar allá, quiero ser parte de esa perfección. Quiero poder vivir sin dolor, yo sólo quiero poder."

Lo mismo que dijo, aquella noche, el antiguo habitante de esa casa. A diferencia de que en esta circunstancia yo no sería quién la vería irse, sin poder hacer nada para evitarlo... Al contrario, ahora sería yo quién la ayude en lo que se propuso lograr, quién la ayude a irse; por lo que decidí salir de esa casa antes de tener que hacer lo que ella acababa de pedirme, no puedo mentirme, no puedo torturarme eternamente con eso, no puedo alejarla, no.

Pasado unos treinta minutos de regreso a mi casa, alejándome de lo que acababa de suceder, no podía con el remordimiento y la culpa que invadían mi mente, mi cuerpo, mi alma; así que regresé a ese solitario lugar lo más rápido que pude, con la esperanza de evitar lo inevitable.

Quince minutos corriendo, con desesperación y un sentimiento de culpa en mi pecho, por lo que al llegar no dudé ni un segundo al abrir la puerta de esa casa. Sin pensarlo corrí directo a la sala donde estuvimos hace unos minutos atrás, esquivando los muebles destruidos y abandonados, igual de abandonados y deteriorados que la casa.

No me sorprendí al llegar y encontrarme con un gesto que nunca había visto en su rostro, pero desde ese momento mi preocupación y culpa descendió, al igual que el sol cuando la luna comenzó a aparecer. Ahí, en medio de esa casa abandonada, pero hermosamente iluminada por uno de los atardeceres más sorprendentes que alguna vez vi desde allí, se encontraba ella... Con una bella expresión en su rostro, con un gesto de despreocupación y de felicidad.

Esa sonrisa que quedará impresa eternamente en mi mente, al saber que pudo, al saber que logró ser perfecta como quería. Y sabiendo que podré irme con esa sensación de que a pesar de que se fue, y se fue para siempre, lo hizo siendo tan feliz como nunca había podido serlo.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2016 ⏰

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El gran misterio de aquella nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora