Midorikawa se encontraba viendo la escena que se planteaba frente a él. El sol entraba tenuemente por una de las ventanas del orfanato. La sala, que por lo general estaba llena de trastos inútiles, estaba completamente vacía haciendo que su campo de visión se centrase únicamente en aquello que no quería ver.
- Vamos, puedes hacerlo - se animó a sí mismo aunque sin ningún éxito.
Sus piernas comenzaron a moverse frenéticamente. Guiadas por el son del nerviosismo. No podía hacerlo, sabía que no podía hacerlo pero... La apuesta. Aquella apuesta había sido una total crueldad.
- Vamos Midorikawa, tienes un viaje de cosas que hacer, piensa en ellas - se llevó la mano al mentón tratando de recordar alguna -. ¿A quién engaño? Nunca tengo nada que hacer.
Suspiró. Sabía que no iba a ganar aquella apuesta. Lo notaba por la forma en la que su cuerpo comenzaba a reaccionar ante el estímulo. Como cada vez las ganas crecían más y su cuerpo dejaba de responder a sus pensamientos para sucumbir al deseo.
.
.
Midorikawa suspiró por décimo-octava vez mientras que caminaba por aquella habitación que no le pertenecía en lo más mínimo. Sí que era cierto que había pasado allí demasiado tiempo, pero nunca había pensado que llegaría a estar allí tal y como estaba en esos momentos.
Prendió la pantalla de su móvil y buscó en la lista de contactos al joven dueño de aquella habitación, abriendo así el chat que ambos compartían y mandando un nuevo mensaje.
Midorikawa
Hiro... Te necesito, estoy en tu habitación, por favor, ven rápido.
Hiroto
Midorikawa, ¿otra vez se acabó el helado? Sabes que no tengo tiempo para que llores por el helado conmigo.
Aquel mensaje, en cierta manera, había llegado a dañar al pobre Midorikawa. No era verdad eso de que siempre recurría a Hiroto cuando el helado se acabase. Más bien, recurría a Hiroto por todo. Siempre que tenía un problema, iba en busca del pelirrojo. Por el simple hecho de que, era la única persona en la que confiaba ciegamente.
Y aquel comentario, realmente le había dolido.
Midorikawa
Tienes razón, será mejor que me busque a otra persona.
Acto seguido, dejó el móvil a un lado y se fue a su habitación. Quizás había llegado el momento de pasar página. Sin quererlo, le había quedado más que claro el hecho de que Hiroto no lo necesitaba últimamente.
¿Qué les había pasado?
Al principio, Midorikawa era un chico reservado. Fue Hiroto el que le dio razones para sonreír. Él era su motivo y su razón para sonreír. Mido también había tenido varios noviazgos pero, todos terminaban cortando con él cuando este se negaba a tener relaciones sexuales.
El hecho de que, su primer novio le hubiese engañado con otro le había dejado demasiado marcado. Sobre todo cuando después de hacerlo por segunda vez con él, fue que encontró aquel estúpido mensaje. Por dios, él sólo había querido saber la maldita hora. Aunque en el fondo, agradecía haberse enterado en ese momento.
Y ¿quién le había ayudado a superar todo eso? Él. Hiroto.
- Midorikawa, ¿por qué te pones así? Da igual... La gente siempre te deja - dijo tratando de fingir una sonrisa.
Se dejó caer en su cama. Ni siquiera le importó el cómo estaba vestido, simplemente buscó un poco de paz en la comodidad de su cama.
De todas maneras, aquel castigo no serviría para nada. Hiroto era heterosexual. Lo sabía por el increíble número de novias que había tenido y a él, siempre le había dado igual. Es decir, él nunca había sentido la mínima atracción AMOROSA hacia su amigo. Ya que, al él ser homosexual, no había podido evitar sentir cierta atracción sexual hacia su amigo. Pero no era su culpa. Ellos siempre hacían deporte juntos o se cambiaban en los mismos vestuarios.
ESTÁS LEYENDO
¿Qué haces así?
FanfictionNozomi, más conocida como Pat Box, había decidido darle un empuje a una de sus parejas favoritas. Claro que sabía que no podía decirle nada a ninguno de sus compañeros de equipo, porque todos apoyaban la supuesta pareja del capitán con Miura, o como...