Después de todo lo que habían pasado juntos, ella estaba ahí, en sus brazos, sangrando y muriendo. Después de los años que había tardado en aceptar que se amaban y se necesitaban. Después de que él desapareciera durante meses, lo que fue una tortura infinita para ella. Después de que hubieran caído juntos al Tártaro, y consiguieran salir con la ayuda del otro, porque solos nunca lo habrían conseguido. Después de todo eso. Y ahora Percy no podía hacer nada para salvarla. Solo podía verla morir, allí, frente a sus ojos, mientras ella respiraba con dificultad y le decía, con voz ronca, una y otra vez, que lo amaba y siempre lo haría; y él le decía entre lágrimas que no podía irse, que no podía abandonar, que los dos se merecían esa maravillosa vida feliz el uno junto al otro que jamás habían tenido. "Seguiremos juntos. No te separarás de mi. Nunca más" Había dicho él una vez. No sabía que pasaría si Annabeth moría. Lo estaba haciendo, si, pero no quería aceptarlo. La amaba, y no amaría a otra persona. No habría otra mujer para los ojos de Percy. Annabeth era su heroína, su salvadora en ese mundo de oscuridad, su vida, su mundo. Jamás se perdonaría si ella llegaba a morir allí, entre sus brazos. Jamás.
"Siempre y cuando estemos juntos"