Cada día era distinto si lo veías de buena manera, siempre llegaba a la misma hora, seis de la tarde para ser más exacto, no podía pasarme de minutos, cada minuto era sagrado para tus pasajeros, siempre a las seis y cuarto estaba en la primera parada, siempre a la misma hora ni un minuto más ni un minuto menos, podía llevar a todos a sus destinos con la mayor de las prudencias, pero nunca recibías ninguna palabra de algún pasajero, solo veías personas presurosas y en su mundo, bajando y subiéndose del metro, ninguno se detenía para hacer algún acto de cortesía, nadie sabía mi nombre, algunos solo sabían que mi destino era la parada 201.
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La parada 99
RomanceEsta es una pequeña historia de amor. "Sus buenas noches alumbraban aquella penumbrosa alma que lloraba por amor, su sonrisa encendió mi corazón, su belleza me quito la cordura, oh despiadada belleza, que te dejaba sin palabras, sus...