Segunda parte

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Cada día era distinto si lo veías de buena manera, siempre llegaba a la misma hora, seis de la tarde para ser más exacto, no podía pasarme de minutos, cada minuto era sagrado para tus pasajeros, siempre a las seis y cuarto estaba en la primera parada, siempre a la misma hora ni un minuto más ni un minuto menos, podía llevar a todos a sus destinos con la mayor de las prudencias, pero nunca recibías ninguna palabra de algún pasajero, solo veías personas presurosas y en su mundo, bajando y subiéndose del metro, ninguno se detenía para hacer algún acto de cortesía, nadie sabía mi nombre, algunos solo sabían que mi destino era la parada 201.


La parada 99Where stories live. Discover now