Desde hace siglos que quería escribir este fic y finalmente pude hacerlo. Y ya tengo otra idea para otro TenTsuki.
Según yo iba a ser un fic corto y terminó siendo más largo de lo que pensé, pero bueno. Como siempre, espero les guste.
—
El pequeño de diez años escuchaba el sonido de los caballos al golpear el suelo con sus largas patas, sentía el aire gélido nocturno que avisaba la proximidad del invierno y su nariz percibía el aroma de pino y musgo. Si no tuviera sus ojos vendados podía jurar que vería los árboles del frondoso bosque.
—Espero puedas comprenderlo —La gruesa voz del hombre que estaba sentado frente a él penetró en sus oídos —Pero es por el bien de mi ciudad —Fue lo único que dijo.
El pequeño de piel pálida no contestó, conservando su silencio. Había aprendido que dijera lo que dijera no cambiaría la situación de su patética y miserable situación.
Unos minutos más de completo silencio y la carroza se detuvo. No pudo evitar que su cuerpo se tensara cuando escuchó la pequeña puerta abrirse. Su mano se aferró a unos anteojos de armazón negro cuando sintió una manta sobre la túnica blanca que le habían obligado a portar y después unas manos firmes y rasposas.
A pesar de que ya se encontraba fuera del transporte, aquel hombre lo seguía sosteniendo entre sus brazos. Quería que lo bajara pero sabía que era imposible por dos razones; la primera era que sus muñecas y tobillos estaban sujetos por suaves listones de seda, la segunda era que el tributo no debía tocar el suelo hasta llegar a la "zona del descanso" o "lugar donde serás entregado a una muerte lamentable por el bien de otros", como prefería llamarle.
Unos cuantos pasos y habían llegado. Fue colocado con cuidado en el suelo, sintiendo la fría y dura piedra. No sabía en dónde estaba pero por lo que había escuchado en la ciudad, ese lugar "sagrado" se encontraba en lo más profundo el bosque.
No podía ver pero sabía que ya estaba solo, algo que agradeció. No podía soportar otro minuto más al lado de esos cerdos que conocía muy bien.
Uno de ellos era el gobernante de la ciudad. Un rey que pasaba los treinta y de avaricia tan inmensa como el estómago que se llenaba cada noche sin importarle la pobreza y el hambre de su gente. El segundo se trataba del herrero del palacio. Lo reconoció por el aroma a estiércol combinado con alcohol y tabaco de segunda mano. Un aroma tan repugnante como la primera vez.
El tiempo transcurría y el seguía ahí. Esperando la muerte que deseó desde hace dos años.
El cuerpo del pequeño emitió un espasmo cuando el viento dejó de revolver su rubia cabellera, el aroma a bosque desapareció de su nariz y la fría piedra fue sustituida por la nada.
—Miren que tenemos aquí —Escuchó una voz que no reconoció —Veo que está vez se lucieron.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir a alguien (o algo) caminar a su alrededor. Soltó un pequeño espasmo cuando escuchó un fuerte y molesto resoplido.
—Pero sigo sin comprender por qué les vendan los ojos —Sintió unas manos heladas llegar al nudo que se encontraba en su nuca —Eso arruina mi entrada genial ¿No te parece?
El pequeño abrió con cuidado los ojos, esperando ser sofocado por la brillante luz de la luna, pero no fue así. En vez de eso, lo primero que observó fue oscuridad, oscuridad y... oscuridad.
—Cierto, lo olvidé —La voz que se escuchó a un costado sonó con energía para después soltar una carcajada —Los humanos son muy limitados.

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Quién Controla A Quién
FanfictionUn reino inmerso en una "maldición" y la desesperación. Un demonio buscando diversión y encontrando un pequeño muy interesante. Un sacrificio diferente pero que no debería de estar ahí.