Al cielo sí, pero contigo.

CAPÍTULO DOS

A las siete en punto sonó mi despertador, la verdad es que no tenía ninguna gana de ir al instituto por lo que pasó ayer, pero no quería suspender. Me vestí con la ropa que preparé antes de irme a dormir, unos vaqueros oscuros, un chaleco de lana muy ancho ya que no me gusta llevar la ropa tan pegada y marcada que llevan las niñas de mi instituto y además me gusta esconder mis cicatrices, y me puse las botas que me regaló mi abuela hace dos años o así. Después salí al pasillo y me crucé con mi hermano, él se me quedó mirando. Mientras veía como se acercaba a mí, pensé que iba a insúltame o a pegarme algún pellizco pero me sorprendí muchísimo ya que lo que me dijo fue:

-Perdóname Nuria.

Yo me quedé mirándole con cara asombradísima y le dije que me lo repitiera porque no me lo cría, pero en efectivo, lo que me dijo fue que le perdonase. Creo que después de mi reacción de anoche maduró y se dio cuenta de que hay cosas que no hay que decirlas si uno no quiere.

Sin contestarle nada bajó por las escaleras a ver la tele y esperar a que yo le hiciese el desayuno , yo entré en el baño para peinarme y maquillarme lo poco que me maquillaba. Me recogí el pelo en una coleta alta que me llegaba por debajo del omóplato, la verdad que mi pelo y mis ojos era lo único que me gustaba de mi. Tenía el pelo marrón muy clarito casi tirando para rubio con ondulaciones por debajo del codo y mis ojos eran muy grandes y azules. Me maquillé poniéndome un poco de base ya que tenía cara de zombie y me delineé la parte de arriba de los ojos con mi delineador líquido que tanto me gustaba, solo me dí una capa de rímel ya que tengo las pestañas muy largas pero claritas.

Bajé y no eran más de y media así que bajé con la mochila en un hombro y la dejé apoyada en la puerta principal. Me dirigí a la cocina y preparé los dos Cola Cao, uno para mi hermano y otro para mí.

Mi madre mientras tanto ya llevaba 2 horas trabajando, yo pienso que le pagan una gran mierda para lo que hace. Se levanta a las cuatro y media de la madrugada y se queda hasta las dos de la tarde y así todos los días, por eso intento ayudarla lo máximo posible para que no tenga tanto trabajo para cuando llegue a casa, pero aun así nunca he escuchado salir de su boca un agradecimiento a mi esfuerzo, pero bueno.

Le llevé al Cola Cao a mi hermano y nos lo tomamos en la mesa del salón, el estaba viendo Hora de Aventuras, una serie estúpida pero que a los dos nos encantaba. Me miró cuando dejé el vaso en su sitio y me dijo gracias, ¡que me dijo gracias! A este crío le ha pasado algo, antes solía decirme algo como “¡Venga que llegamos tarde retrasada!” y gilipolleces varias, pero que me dijese gracias era un puto record para él. Asique contesté:

-De nada.

Ya era en punto y debíamos ir al instituto. Él todas las mañanas quedaba con nuestro vecino Juan que era su amigo desde pequeño y que tiene su edad, al contrarío yo iba sola hasta la casa de Irene ya que ella vivía más cerca del instituto que yo. Después de buscarla que tardaba unos 5 minutos o así, íbamos juntas hasta llegar al instituto.

Como estamos en cuarto de la eso, ella ha cogido letras pero también física y yo como soy de ciencias he cogido todo lo relacionado con las matemáticas incluyendo física que es la única clase que doy con ella.

A primera hora me tocaba Matemáticas avanzadas, que pereza me entra tenerlo a primera hora de la mañana, además después de esa clase me tocaba inglés y me estaba con Daniel en esa clase y no tenía ningunas ganas de que llegase segunda hora porque seguramente me dijese algo. Pero tocó, la maldita alarma del instituto que me lleva a la muerte psicológica.

Entré por la puerta de la clase de inglés y me lo encontré hablando con un amigo suyo mientras que estaba apoyado en su mesa. Aún el profesor no había llegado, me senté en mi sitio junto a una tía a la que yo odiaba desde que entré en el instituto este por los costes del otro privado. Me miraba con cara de asco, bueno, más bien su maquillaje me miraba con cara de asco porque se pintaba más que una puerta. Entró el profesor, a mi Inglés me encantaba, pero no estar con Miriam sentada, la odiaba tantísimo.

Mientras dábamos la clase ví que Dani no paraba de girarse ya que él estaba en primera fila y yo en cuarta, no paraba de mirarme y por supuesto, yo no paraba de mirarle quedándome embobada en esos ojazos color miel que tiene. Miriam me dio un codazo en el brazo flojito y me dijo al oído:

-¿Tú que le quieres quitar el chico a Belén o qué, guarra?

Belén era la ex de Dani, él la dejó porque mientras que salía con él, ella se acostaba con otro tío del instituto, y ella y su grupito de amigas (una de ellas Miriam) me empezaron a mirar con cara de más asco aún cuando mi hermano le dijo a Dani que le quería.

-Yo no le voy a quitar nada a nadie y menos porque nunca se fijaría en mi.- Le conteste seriamente

-Es verdad, no sé porque Belén se cree que tú, siendo el cuádruple de fea y gorda que ella, se va a fijar en ti Dani.- Lo dijo con sarcasmo y risitas maliciosas.

Como la odio, me llama gorda por pesar 52 kilos con quince años y no le llama delgada a su amiga pesando 39 con la misma edad que yo, pero bueno, dejemos su retraso para gente que la entienda como son sus amigas, o eso se dicen, porque amigas esas no son, se lían con los ex novios de las otras y se insultan a las espaldas, yo prefiero solo tener a Irene y que no sea una asquerosa como esas, a tener un millón de amigas despreciables. Y lo mejor es que me dice guarra por querer a un chaval, guarras ellas que se restriegan por todo lo movible y sin mover. Bueno prefiero dejarlas como un caso aparte.

Sonó el timbre del final de esa clase, recogí los libros me puse la mochila y me disponía a salir de la clase cuando noté que alguien me cogía del brazo y giré la cabeza, era Daniel, no sé que quería decirme. Entonces le dije:

-¿Qué pasa Dani?

Y me contesto…