Kieren recibió la primera carta que Simon había escrito tanto en su vida como humano como en la de no humano. La tenía entre sus dedos y dudaba en abrirla, hasta que se lanzó y la leyó.
Mí querido Kieren:
Como sabes, no soy de escribir cartas, nunca he escrito una, pero en esta ocasión debo hacerlo.
No quiero separarme de ti, pero debo hacerlo. Cuando me metieron en el sanatorio y fui torturado hasta tales extremos; solo pensaba en ti. Cuando conseguí salir, quise ir a verte, pero me contaron que tus padres querían meterte en él, porque decían que necesitas "curarte" y tú no estabas enfermo, pero ellos decían que si.
Cuando el segundo despertar se iba a celebrar, alguien te drogó y te volviste loco, suerte que estaba por allí y te ayudé a salvarte de la locura en parte, ya que fuiste tú quien hiciste todo. Eres la primera persona que conozco que se salva de esto, con lo que me enorgullezco de tu dureza y valentía.
Siento que tu mejor amiga muriera para siempre, no sabes lo duro que es perder a alguien, lo se. Pero no te desanimes, tienes amigos que saben valorarte.
Como te dije al principio de la carta, me he marchado del pueblo, pero no me he ido porque no te quiera, al contrario, lo hice para buscar un sitio donde vivir cuando acabes tus seis meses de servicios comunitarios.
Espero que cuando nos volvamos a ver sigas igual de guapo o aún más que ahora.
Tu amante Simon.
Con esas palabras allí plasmadas sobre el papel, Kieren se sintió triste y a la vez feliz. Las lágrimas le salían mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa, había leído cosas maravillosas en aquella pequeña carta.
Simon podía llegar a ser un romántico si se lo proponía.
Kieren había encontrado a su alma perdida, a su mitad y a su compañero. Kieren amaba a Simon y con esa carta aún más