Después de limpiar todo lo manchado de sangre, tiras los papeles, guardas de nuevo en el sitio de siempre la cuchilla, que sabes que no encontrarán ahí tus padres y vas al armario para sacar la ropa, vestirte, peinarte, perfumarte y maquillarte; sobre todo los ojos llorosos. Cuando te pones tus vaqueros y tu blusa favorita, sales de la habitación con una bandolera colgada del hombro. Oyes el sonido de tus tripas hambrientas, pero sigues desapercibida. Sales al rellano y esperas el ascensor mientras llega. Al entrar, pulsas el botón con la cabeza agachada y de espaldas al espejo del ascensor. Sales apresurada de éste. Notas la brisa del aire y el sonido de los pájaros en la puerta del portón del piso en el que resides. Vas en camino a la casa de una amiga con la que quedaste la tarde anterior, mientras sientes una sensación de que todos te miran y te critican, ya sea por tu forma de ser, de vestir u otra cosa alguna. Caminas con la cabeza agachada, pero antes de llegar al piso de tu amiga, ya está ahí la pandilla de niñatos que se meten contigo a diario. A lo lejos escuchas sus risas y cuchicheos sobre ti. Luego, comienzan a insultarte y aumentas el paso. Intentando ignorarles, entra en tus oídos las voces, risas, cuchicheos e insultos, como gorda, fea, asquerosa, etc... Entras corriendo al piso y de repente caes en que el chico que te gusta, estaba allí y comienzas a llorar en el portón del piso de tu amiga. Te das cuenta de que es un jodido cabrón, pero que a pesar de eso tú le quieres. Coges un clínex de la bandolera y te secas rápidamente para que no se te corra el maquillaje y no parezca que has llorado. Coges el ascensor de su piso y subes a su planta. Tocas el timbre de su casa y te abre la puerta, ambas sonriendo.
ESTÁS LEYENDO
No puedes más
Teen FictionEl día a día de cualquier persona cercana a ti, puede serle un infierno.