¿No habéis tenido nunca la sensación de que deseáis algo con toda el alma, y a la vez, no lo queréis, sino que lo odiáis? Para todos aquellos que sepan esa sensación, sabrán cómo me sentí yo aquella mañana de enero.
Me desperté cuando todavía era de noche; el despertador aún no había sonado. Y entonces sentí unos cálidos brazos alrededor de mi cintura, y una respiración acompasada y tranquila en mi nuca. En un primer momento me asusté, ¿qué había pasado aquí?, pensé. Pero luego recordé, y me di la vuelta para encontrarme, profundamente dormida y con un rostro lleno de paz y tranquilidad, a la persona más hermosa que había puesto un pie en este mundo.
Me quedé embobada mirándola; estuve tentada de alargar la mano y acariciarle el rostro, quería saber cómo era. Si era realmente humana, y no un sueño que me atormentaba, como siempre. Sin embargo, cuando estaba a escasos centímetros de ella, se removió en su sueño y yo me retiré. Cerré con fuerza el puño y suspiré derrotada; me vestí y bajé a comprar el pan.
El panadero, un chico joven de apenas unos veintipocos años, me saludó como todas las mañanas, y me dio las dos barras que siempre pedía.
-Hoy estás diferente, muchacha –me dijo, mientras metía los panes en la bolsa de papel-. ¿Ha pasado algo que deba saber? –se echó sobre el mostrador, y me miró con cara de pillo-. ¿Eh, eh, eh?
-No... -negué, con una sonrisilla nerviosa-. ¿Por qué?
-Porque no estás enfurruñada como todos los días –pagué y salí de la tienda, al doblar la esquina oí de nuevo su voz-. ¡Algún día me lo vas a tener que contar, que no se te olvide que soy un cotilla!
Subí corriendo las escaleras; hacía un frío del carajo, y quería volver a estar calentita en mi casa. Cuando llegué a la entrada, un delicioso olor a café me llegó a la nariz.
Dejé las llaves a un lado y el abrigo en la percha, y entré con mucho cuidado en la cocina. Allí me vi a Clarke de pie, agarrada a la encimera, mirando con cara extraña por la ventana.
-Hola –saludé, y ella se sobresaltó. No pude evitar reírme; su respingo fue algo demasiado gracioso-. ¿Qué estabas mirando tan concienzudamente?
Me asomé junto a ella, y vi la ya conocida melena rubia, y a su dueña como Dios la trajo al mundo. ¿Es que no podía tener una vecina más normal?
-¿Todos tus vecinos son así? –inquirió ella, sentándose en una silla de la cocina.
-Afortunadamente, no –corté el pan y lo puse a calentar-. ¿Puedes hacerme un favor? –ella asintió-. Ve a despertar a Aden, va a llegar tarde a la escuela –se levantó, y cuando estuvo a mitad de camino la llamé-. ¡Y vístelo!
Mientras esperaba a que el pan se tostase, esos cinco minutos de cavilaciones profundas, tuve la sensación de estar como en un sueño. Porque a ver, recapitulemos: anoche Clarke y yo tuvimos una conversación "normal", con risas y todo. Y hasta una discusión. Porque mi apartamento sólo tenía dos dormitorios, y no pensaba dejarle a ella dormir en el sofá, así que ella se quedaría en mi cama, y yo dormiría en el salón. Pero ella se negó, reiteradamente, hasta empezar una pelea de "no, tú duermes en tal sitio, y yo en el otro, porque bla, bla, bla...". Y al final las dos dormimos en la cama, cada una en una punta. Aunque claro, es invierno... el ser humano busca calor por instinto. Y en algún momento debí moverme, al igual que ella, hasta terminar cómo despertamos esta mañana.
Los vi llegar, a los dos, a ella y a Aden, jugando animadamente. ¿Cuándo todo había tomado un camino tan drástico? ¿Desde cuándo era adecuado que un despojo como yo fuese feliz? A lo mejor era algo compensatorio, después de tantos años de infelicidad. O a lo mejor sólo se trataba de un espejismo, y ese mismo día volveríamos a la relación de siempre, dolorosa adoración por mi parte; deliciosa soberbia por la de ella.
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Sweet dreams
FanfictionCuentan las leyendas que cuando sueñas con alguien, ese alguien también sueña contigo. En el mundo onírico, cualquier deseo puede hacerse realidad, pero al despertar, todo desaparece. Lexa Woods está acostumbrada a soñar con lo que más desea, la ún...