Jimmy no vale nada

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Dicen que cuando te estás muriendo tu vida pasa por delante de tus ojos. Yo no me estoy muriendo, o no de una forma literal porque creo que mi espíritu se murió hace mucho, pero he visto pasar mi vida delante de mis ojos infinidad de veces. Y cuando pasa siempre me hago la misma pregunta: ¿quién me mandó alistarme en el ejército?

Recuerdo perfectamente el día que tomé la decisión. Fue el día después de acabar los finales de secundaria. Me había levantado con una resaca de mil demonios y a primera hora ya tenía a mi padre dándome la charla sobre qué iba hacer con mi futuro. Sabía que si aprobaba los finales iba a ser por los pelos y, por supuesto, ninguna universidad iba a dar un céntimo por mí. Así que estaba descartado desde el principio continuar estudiando. Sólo tenía dos alternativas: ponerme a trabajar en el negocio de mi padre de venta de vehículos de segunda mano o seguir en el trabajo de la hamburguesería. Ninguna de las dos opciones me seducían enormemente. Así que cuando vi el anuncio para ingresar en la armada mientras mi padre me hablaba de las ventajas del negocio, no lo dudé. Ese mismo día me registré en los marines.

Los años de instrucción fueron duros, pero muy buenos. Me sentía orgulloso por la decisión que había tomado, lucharía por mi país, por mi gente, por mi patria. Iba a poder devolver a mi país lo que éste había hecho por mí. Nos lo repetían hasta la saciedad y yo me lo creía.

La relación con los compañeros fue muy buena. En seguida destaqué en los entrenamientos. Siempre he sido un chico fuerte al que le gustan los deportes. Eso en el cuerpo se aprecia. Pronto tuve a mi alrededor un grupo de compañeros que me admiraban y, sobre todo, que me respetaban. Rápidamente se convirtieron más en hermanos que en amigos.

El grupo estaba formado por cuatro miembros: Mike, Peter, Thomas y yo, Kurt. Bueno... en realidad éramos cinco. Pero a Jimmy nunca le consideré parte del grupo. Más bien era el chico al que le tocaba hacer todo aquello que el resto no queríamos. El chico pagaba todas las frustraciones del grupo. Y os aseguró que cuando tenéis un capitán toca cojones, se crean muchas frustraciones. La forma física de Jimmy daba pie ello, pequeño, delgado y bastante blandengue. Nunca entendí por qué se metió en los marines, no destacaba en nada. No me mal interpretéis, el chico era majo. En más de una ocasión intervine para que no se sobre pasaran con él. Pero... ¿quién quiere tener de compañero de pelotón un chico enclenque? Nadie. Necesitas gente como Mike, Peter, Thomas o yo, gente fuerte, que defienda a sus compañeros e impongan al enemigo. No un tirillas que se mea en los pantalones cuando empiezan a sonar las balas.

A pesar de mis reticencias, Jimmy pasó a formar parte de Los Invencibles. Sí, nos llamábamos Los Invencibles. Una horterada que se inventó Thomas, pero que con el tiempo el resto del pelotón empezó a utilizar porque siempre ganábamos todos los juegos de estrategia. No puedo evitar pensar lo equivocado que fue el nombre. De los cinco sólo quedamos dos. ¿Os imagináis quién es el segundo superviviente? Irónico ¿verdad?

La vida es curiosa. Ahora no dudaría en coger el trabajo que me ofreció mi padre. Ni me importaría trabajar en la hamburguesería oliendo todo el día a grasa. Ni desearía, como hacía los años de entrenamiento, en ir a la guerra para convertirme en un héroe. En el héroe que me dijo el Coronel que me convertiría cuando superé con creces todas las pruebas. Qué curiosa es la vida. Porque no me he convertido en ningún puto héroe. Yo no. Después de un año y medio, con tres incursiones, una herida de bala en una pierna y una medalla de honores, sigo sin ser un héroe. Todo lo contrarió. Me he vuelto en el residuo de ese puto héroe. Me paso la mayor parte del tiempo temblando y contraído cada vez que oigo un disparo como si fuera un chiquillo asustado. Apenas duermo y de vez en cuando, aunque no se lo he dicho a nadie, tengo alucinaciones. Dicen que es normal, debido al estrés y la ansiedad. O puede que sea por la sustancia que están pasando por las tropas. Lo llamamos "vitaminas". No sé qué es exactamente, puede que una mezcla de anfetaminas y esteroides. Me importa una mierda mientras me dé el valor suficiente para disparar.

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