Puerta

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Un día al llegar del instituto, delante de la puerta de mi casa, encontré una caja enorme, me la habían enviado por correo. No comprendí de donde podía llegar esta, estuve buscando el nombre o, al menos, el lugar de donde me lo habían enviado pero, no salia nada en el paquete, solo mi dirección.

El paquete en cuestión era rectangular, debía hacer unos dos metros de alto y pesaba muchísimo, poder mover-lo de la entrada hacia mi habitación resulto una tarea muy compleja pero, finalmente, lo logré.

Una vez allí, busqué unas tijeras para poder desembalarlo, al ser un paquete tan alto tuve que subirme encima de la cama para poder abrirlo con mas comodidad. Me sorprendí al ver el contenido del paquete era una puerta de un color rojo intenso, nada mas y nada menos que eso, una puerta. Del el pomo de esta, colgaba un papel que tenia escrito mi nombre. Lo cogí y leí, eran las "instrucciones" de como poder usarla, las cuales citaban lo siguiente:

"Al coger el pomo, debes pensar en que lugar deseas transportarte, una vez tengas una idea mental de este, debes pedirle a la puerta desde tu corazón que se abra, y esta te llevara donde tu quieras.Una vez estés en el sitio que hayas deseado, no te alejes demasiado de la puerta, o te quedarás atrás.

PD: Si lo que quieres es conocer lo que tu corazón realmente desea, solo debes abrirla, sin pensar en nada en absoluto. Ten cuidado con lo que desees."

Decidí elegir un lugar cualquiera, uno que conociese al cien por cien para poder ver si realmente esa "puerta mágica" funcionaba o no,y, a su vez, no estar en peligro. Elegí ir a la cocina, ya que esta se encontraba cerca y sabía muy bien como era. Me acerque a la puerta y cogí el pomo con la mano derecha, pensé profundamente, cerrando los ojos y desde "mi corazón" pedí: "Ábrete". Al abrirla, quede asombrada, la puerta que antes se encontraba en mi habitación estaba ahora en mi cocina, y yo también me había movido con esta.

Ahora que ya había comprobado que, sin lugar a dudas, la puerta funcionaba o que al menos podía llevarme hacia la cocina, pensé en dar un paso más hacia adelante. 

Agarre el pomo de la puerta, y deseé ir a Grecia, pero no la Grecia actual, sino la Grecia de la que los libros de historia y filosofía tanto me habían hablado.Esta vez no solo pedía ir a un lugar que, en el presente ya "no existía" sino que además iba a pedir ir a un lugar donde nunca había estado y el cual solo conocía por mi imaginación y según que ilustraciones que había visto que representaban esa antigua maravilla del mundo, cosa que impedía que mi imagen mental de Grecia fuese precisa, y, atemorizada por lo que me pudiese deparar tras la puerta, pedí, agarrando el pomo, ir a Atenas.

Abrí la puerta y, al hacerlo me encontré delante de una estatua enorme de Atenea, la diosa de la inteligencia. Desde lejos, pero no demasiado, veía el Panteón, pintado con colores rojos y azules muy llamativos. Paseando por la acrópolis se encontraban un montón de ciudadanos los cuales no se percataron de mi presencia, deduje que estos no podían verme. Empecé a andar hacia el Panteón, quería verlo de cerca, quería ver la estatua de Atenea que se encontraba dentro, hecha de oro, pero al girarme vi como la puerta se difuminaba lentamente con el paisaje y, aterrorizada, fui corriendo hacia esta y pedí volver a mi habitación.

Al llegar a casa, juntamente con la puerta roja, ya había oscurecido, el tiempo que había pasado en Atenas, en el presente, habían pasado ya unas cuantas horas. Este hecho hizo que me preguntase si podía pedirle también a la puerta cuando quería volver, no solo donde. Después de cenar me tumbe en la cama dispuesta a dormir, pero no podía evitar recordar la ultima frase del escrito que me encontré colgado en el pomo de la puerta : "Si lo que quieres es conocer lo que tu corazón desea, solo debes abrirla sin pensar en nada en absoluto."  Por mucho que ya tuviese una idea de lo que realmente deseaba, quería hacer la prueba, por muy peligrosa que fuera. Coloqué la puerta justo al lado de mi cama con la intención de abrirla inmediatamente cuando me despertase por la mañana. Finalmente, intranquila, me dormí.

Al despertarme al día siguiente me levante y, de inmediato abrí la puerta, sin pensar, simplemente la abrí. El interior de la puerta era completamente blanco, no lograba ver nada, solo una niebla blanca. Por mucho que sintiese miedo en ese momento, no me importó, decidí introducirme en la puerta sin importar lo que pasase. Tras unos segundos de andar hacia delante, sin alejarme apenas de la puerta vi un árbol enorme desde lejos, y pude reconocer a distancia que, apoyado en el tronco de este se encontraba él, leyendo.

No podía creerlo, le había hechado tanto de menos. El ambiente y el paisaje se veían extraños y borrosos, todo parecía un hermoso cuadro, en el cual lo único que destacaba era él. Empecé a correr hacia su dirección, rápidamente y, debido a que me había separado demasiado de la puerta, esta, desapareció. No me importo, si estaba con él, nada importaba. Al verme me abrazó y nos quedamos tumbados debajo del árbol dándonos de la mano durante toda la eternidad, felices. 

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