Prólogo

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Ginger Adams
Apenas termine la secundaria hace dos meses. Ahora solo faltan 3 horas para entrar a otra nueva prisión, a unas millas de la antigua, con nuevos delincuentes, con nueva asquerosa comida y solo nos dejaran salir medio día solo para continuar con tareas de ahí, y tal ves eso sea toda mi miserable vida.
-¡NOOO!- Grité con desesperación.
-¿¡Qué pasa!? ¿Qué se quema?- Entró mi hermano con un extintor y dispara en mi cara.
-¡Carajo Alex!- Me pase las manos por los ojos para poder ver.
Se llevo unas risillas viéndome
-Me asustaste Galletita, si el fuego hubiera estado ahí, te hubiera salvado.- Dijo convencido, alzando las cejas.
-Ay, cállate.- Le respondí y le arroje una almohada.
-Mira quien dice, gritona.
-¡Gritona tu madre!
-Mira, somos hermanos así que, en conclusión..- Me lancé a el con una almohada y me cargó de caballo hasta el baño.
-¿Que carajos haces idiota?, ¡bájame!- Me dejo en la ducha y prendió la llave.
-Al cargarte me di cuenta de que olías muy feo, no vas a llegar así a la escuela. Arruinarías mi reputación.
-¡Tu reputación tu madre! ¿Sabes que? Ni siquiera tienes una reputación, no deberías preocupar..- Y cerró la puerta. Un cállate hubiera sido suficiente.
Me quite las pijamas mojadas y me bañé.
Baje a desayunar.
-Buenas noches. -Dijo Alex con una sonrisa. Tomé un arándano y se lo lance, pero se agacho y le cayó a mama.
-¡Auch!- Volteó con una mirada amenazadora de muerte.
-Perdón mama- Dije asustada.
-Buenos días hija, yo también te amo.
-Huele a sarcasmo. No, espera, huele a... Mamá, te amo. -Dije oliendo los hot cakes de arándano.
-Solo hice para mí hija... El karma viene y se va..-Cantó.
-Ni quería.- Respondí.
-Oye, Galletita -Dijo Alex. -Se te hará tarde tu primer día de clases. Voltee a ver la hora en el microondas. 7:56, las clases empiezan a las 8:00. Solté un chillido.
-¡VÁMONOS!- Grite
-Pero apenas estoy terminando mi Waf- Le quite el Waffle de su boca y lo jale del brazo, alcanzo su mochila y la jaló.

Subimos al auto.
-Rápido estupido, mi proposito de este año era no llegar tarde, ¡SON LAS 7:57! Asi que arranca el auto o lo arranco yo.
-Esa boquita, creo que la tendre que lavar con jab-Y pisé el acelerador.
-¡GINGER O'CONOR!

Llegamos, por fin.
-Ya me voy, ya me voy, ya me voy.-Y corrí hasta la entrada. Ya habían dado el timbre, me apresure hasta mi salón y abrí la puerta de golpe. Todas las miradas de halcón apuntaban hacia mi. Rayos.
-Em.. Disculpe. - Le dije al profesor, nerviosa.
-Siéntese, por favor.- Asentí y gire para ver un lugar desocupado. Me senté con una chica.
-Hola, soy Kate.- Era una chica castaña, con cabello teñido tipo californiano, pero tenía unos tremendos ojos azules y se notaba su baja estatura.
-Hola, soy Ginger.
Las dos volteamos hacia el profesor.
-Creo que el profesor fue obligado por su esposa a venir.- Le susurré.
-Sinceramente, creo que no tiene esposa.- Respondió, con una pequeña sonrisa.
Después de las cuatro clases, por fin, gracias al tiempo que existe, después de tanto sueño y hambre, se dio el timbre del receso.
Me levante rápidamente, pero un hilo de mis jeans se quedo atorado en el asiento. -Kate soltó una carcajada y la fulmine con la mirada. Me ayudó y terminamos cuando todos se habían ido.
-Gracias, pensé que me iba a quedar sin comer.
-Sip. Ahora, ¡CORRAMOS!- Salimos disparadas a la puerta, felices de la vida y choqué con un chico. Caí encima de el.
El chico es castaño, con ojos almendrados. Tiene unos grandes labios.
-¡Oye! Debes tener cuidado al pasar por la puerta de un salón, alguien puede salir de ahí. -Le dije, enojada levantándome. Pude notar su ropa de marca, se nota que es de dinero. Seguro es un hijo de papi. Un muñequito de plástico. Suena racista, pero real.
-¿Tener cuidado? Tu estabas corriendo hacia la puerta en el salón y yo solo caminaba por ahí.- Si, un muñequito de plástico.
-Para eso están las canchas. -Dije.
-Para eso existe el verbo caminar.
-¿Qué tal si no fuera esa acción?
-Lo es. -Afirmó el castaño.
-No tienes reflejos. -Ataqué.
-No tienes coordinación.
-Muérete.
-Púdrete. -Miré atrás de el y me di cuenta de que sus amigos y Kate nos estaban observando. Puta vergüenza. Al parecer el también se dio cuenta y nos marchamos en direcciones opuestas.
-Es un estúpido. -Le dije a Kate, que me estaba viendo, pícara.
-Es un estúpido chico guapo de mierda. -Respondió con una sonrisa.
-¿Guapo? ¿De donde? ¿De sus estupideces? -Dije alzando las manos en completo desacuerdo. Kate rió.
-Solo decía. -Yo reí.- Amo a esta chica.

Suena el timbre

-¿ES EN SERIO? NO PUDE COMER NADA, NO ALMORCÉ Y AH..- Recibí una cachetada de Kate.
-De nada.- Dijo Kate, convencida.
-Auch.- Respondí, sobando mi mejilla.
-Faltan tres clases, no te preocupes, saldremos y compraremos algo de comer.
-Me caes muy bien.- Le dije apuntándola asintiendo con mi cabeza.

-Y tu a mí.- Respondió.

Entramos a el salón y nos sentamos. Entonces entró un maestro sonriente.

Mi dulce amargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora