Llegué a casa, y mientras me preparé un café procedí a leer aquel papel, desde que leí el título, supe que iba a estar al nivel de una novela francesa del siglo XIX o XVIII.
"Mis fantasías con Romero:
Desde que llegué a la fieste y lo ví, lo deseé. ¡Ay Dios mío!, me pidió su número
-¿Ya me agregó,Romero?
-No amigo, ¿cómo le pongo?
-En cuatro Juan David, vamos al baño.
-No, en Whatsapp.
-Ah, Vargas.
Aquella fiesta fue el boom de mi amor y capricho. Ya soñabáme en las aguas de Venecia o el Danubio, con Juan David besándonos, o en la torre de Pisa o Eiffel, comiendo juntos un spaguetti, para al final besarnos. Ya veía el momento de ir a Praga, y sentir amor, o haciéndolo frente al reloj astronómico. Declarandole mi amor bajo los cerezos de Kioto y al otro día estar en Brujas dando un paseo a caballo, mostrándole las casas de colores, como sus ojos color miel, que me dejan enamorado cada vez que los veo. Tal vez, más cerca, bailando tango bajo el Obelisco, en Buenos Aires y tomar un vuelo juntos a Budapest, la París de del este, y tomarnos un café, mientras le derramaba un capuccino en su pantalón y lo lamía despacio mientras se lo quitaba. En Europa, pasaríamos a Dubronik, a lanzarnos desnudos al mar y después acostarlo en un arrecife haciéndolo gritar.
Viajando más cerca, me lo imagino en La Piscina (el motel) postrado ante mí en cuatro patas, mientras yo me unto aceite y los acaricio, al momento en el que sin compasión................"
Había él café borrado la tinta que procedía a lectura, lloré. Mientras tomaba el café que estaba muy amargo y apestoso, pensé en "Video Games: La Fuente Hacia El Amor", ¡que porquería!, dije, mientras probaba el delicioso café.