Nada por qué seguir

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  Quizás este sea el fin. Quizás yo estoy destinada a morir de esta manera, aquí, en este preciso momento.
He perdido tanto, he dejado tanto y hasta he llegado a sacrificar lo que me era sagrado...¿para terminar aquí? Solo intentaba seguir con vida...y aquí estoy...sin escapatoria. Encerrada y en el confesionario de la iglesia que solía ser mi refugio, nuestro refugio y con un balazo cerca de mi costillar izquierdo.
Los muertos vivientes me rodean desde el exterior de mi encierro, dejándome sin una posible ruta de escape. Golpean, arañan, incluso mordisquean la puerta para llegar hasta su próxima presa; llegar hasta mi. Aunque al parecer esté vejestorio está hecho de una madera muy resistente, pues he estado aquí desde hace un largo tiempo (posiblemente más de cinco horas) y no han logrado derribarla, todavía...
Mientras más vueltas le doy al asunto (y sumado el hecho de que estoy en una iglesia desangrándome) quizás todo esto sea un plan de Dios, una forma de pago por no haber servido como su cierva en esta vida o siquiera haber creído en él. Un "esto ocurre cuando no vas a la iglesia ningún maldito domingo de tu vida". Pero ya no tenía sentido seguir preguntándome el porqué... Lo hecho, hecho está.
El tiempo se me hacía eterno en este lento y agonizante camino hacia la muerte. Tan solo podía pensar en ir y buscar alguna de las muchas armas que teníamos en la iglesia lo suficientemente rápido como para pegarme un tiro en la cien antes de que los muertos comenzaran a comerme viva. Pero ya era muy tarde, ya eran demasiados. Al principio eran unos tres o cuatro, pues el resto estaba entretenido con los cuerpos frescos de Ryan y Kate. Pero eventualmente percibieron mi olor y la sangre de mi herida y no tardaron en rodearme.
Ryan, por los mil demonios...¿por qué tuviste que morir tu? Tu entre todos los idiotas que conformaban nuestro grupo, tu...el único al que apreciaba.
Aunque claro, a estás alturas el resto del grupo ha de estar muerto también...
Cuando todo esto comenzó yo no era mas que una adolescente, una mocosa que solo quería divertirse en fiestas y gastar la ostentosa fortuna de su padre en algún centro comercial. Y luego...todo se fue al demonio. Todo se convirtió a esta caricatura de mundo sacado de un cómic de mala calidad en el que nosotros intentamos sobrevivir.
Mis padres fueron la primera víctima importante que tuvo para mi este caos, luego mi hermana Lisa. Y de seguro William a de haber muerto también...
Pero Ryan...Ryan era lo único a lo que podía aferrarme para seguir adelante.
Él era un repartidor de comida china y solía vivir en mi vecindario a tan solo dos cuadras de la mía. Aunque, claro, una joven que provenía de una familia adinerada y buen porte como la mía, ¿qué podría tener en común con un delivery boy? "Solo el hecho de que, según mi información, ambos respirabamos oxígeno y vivíamos en el mismo vecindario" solía pensar. Claro que yo era una mocosa estúpida y testaruda. Aunque ahora podía quitar lo de mocosa...
A pesar de el hecho de que siempre mis amigos junto con el resto de la gente en mi vida se burlaban de él, Ryan nunca vaciló en ayudarme aquel día...
Aquel día en el Lisa murió comida por los caminantes y yo terminé rodeada por ellos en tan solo segundos luego de que ellos percibieran los chillidos de mi agonizante hermana.
No sabía a donde ir, ni como defenderme, y cuando me había reasignado a la muerte... apareció él.
Con su pequeña motoneta color azul cubierta de stickers de los Rolling Stones, con su mano extendida y en sus ojos azules un implícito "ven conmigo si quieres vivir".
Lo acepté sin pensarlo dos veces.
El hecho de que no nos habíamos dirigido la palabra previo a ese día, o el hecho de que arriesgó su propia vida para salvarme parecía no importarle en lo absoluto. Y me descolocó el pensamiento pensar que existía alguien así en un mundo que se estaba yendo a la mierda.
Desde entonces no nos hemos separado jamás. Hasta ahora, claro, que ha muerto... Y nuevamente, salvó mi vida antes de hacerlo.
El solo pensarlo me estrujaba el corazón y el estómago de dolor. No soy siquiera capaz de mirar por la pequeña ventana a mi lado y enfrentarme a su cadáver descuartizado y devorado por los muertos. No, no voy a pensar en el en un futuro y recordar eso. Voy a pensar en él y recordar sus ojos brillantes, su sonrisa amable, sus enojos prácticamente inexistentes y su capacidad para mantener a todos en el grupo con vida a pesar de todo obstáculo. Él merecía ser recordado así...
Los gruñidos y sonidos de desesperación de las criaturas a mi alrededor se hacían cada vez más estruendosos. No tardarían mucho en romper la puerta y llegar hasta mí... Éste era el fin.
Hasta que, de repente, mis oídos logran escuchar disparos afuera. «Metralla sin duda, y más de una. Alguien está limpiando el terreno...».
Luego de unos minutos casi todos los muertos que antes me rodeaban en el confesionario ya se habían ido hacia afuera a buscar una nueva cena. Tan solo tres obstinados hijos de perra se quedaron conmigo.
Los disparos se acercaban cada vez más y más a la entrada y eran seguidos por el sonido de cuerpos cayendo al suelo.
«Van a entrar...»
Intentar escapar no sería tan difícil con tan solo tres muertos, pero claro...estoy herida y probablemente haya perdido más sangre que el demonio.
Luego de unos ensordecedores disparos que sin duda provenían de corta distancia hubo silencio. Los caminantes que me molestaban ya se encontraban muertos en el suelo y yo solo podía desear que quien quiera que fueran estas personas...acabarán rápido con mi sufrimiento.
—Hay alguien allí adentro —dijo una voz varonil intentando que fuera en un volumen bajo, pero la acústica de la iglesia causaba un eco imponente. Y supe que hablaban de mí.
Silencio nuevamente.
«Sospechoso...».
La puerta del concesionario se abrió lentamente y mis ojos se dirigieron al hombre que me apuntaba con un arma frente a mi.
—No te muevas —ordenó él. No causaba mucho temor en realidad, y a pesar de dar órdenes sonaba mas amable que cualquiera.
No dude en obedecer, aunque tampoco era que podía moverme mucho en mí condición.
—¿Estás herida? —preguntó luego de percatarse de la sangre que cubría la parte lateral de de mi cuerpo y el suelo.
Asentí con la poca energía que me quedaba.
—¿Qué encontraste? —pregunta otra voz que se acerca hacia nosotros. Una voz ronca y con un acento sureño indiscutible.
El joven asiático que seguía apuntando hacia mi rostro me señaló con la cabeza. Luego el otro se asomó a su lado para verme.
«Debo de ser todo un espectáculo sin duda...».
—¿Te mordieron? —pregunta el segundo hombre.
Yo niego con la cabeza.
—Creo que le han disparado Daryl—replica el asiático.
—Ve a ver si encuentras algo útil, yo me encargo de ella...
No supe que significaba eso, pero una parte de mi se sintió aliviada y la otra algo nerviosa.
El hombre se acercó a mí con cuidado.
—Voy a cargarte ahora —aclaró él.
No me importaba en lo más mínimo lo que hicieran conmigo ahora, pues ya no tenía nada que perder, nada por lo que seguir tampoco...
Me levantó y me cargó en sus brazos y al ver la luz enceguecedora del sol en mi rostro pierdo la conciencia de inmediato. 

Fight For A Tomorrow {Daryl Dixon, Negan y Tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora