El Ruiseñor

429 3 3
                                    

(Leyenda)

Había una vez un jardín delicioso que tenía un rosal y un árbol frondoso en el que habitaban señor Ruiseñor y el señor Gorrión.

En el rosal sólo quedaba una rosa, que era tan bella como una princesa.

–Piripí, piripí –cantaba el señor Ruiseñor, –no he visto una rosa tan bella como la de este rosal. ¿Podré contemplarla de nuevo el próximo año cuando vuelva con mi compañera?
¿Que te parece, Gorrión?

–Pi, pi, pí –contestó el señor Gorrión,-de ninguna manera, señor Ruiseñor.
Las rosas duran muy poco. ¿Sabe cuánto va a durar ésta? Cuando llegue el frío se helará.

–Piripí, piripí –gritó el señor Ruiseñor –¡Eso no puede ser! La rosa tiene que vivir. Haré lo que sea necesario para que la rosa no se congele.

–Pi,pi,pi –se rió el señor Gorrión –¿Y qué puede hacer el señor Ruiseñor? ¿Acaso darle calor?

–Piripí, piripí –dijo el señor Ruiseñor –¿Calor?¿Calor? Yo le daré calor. No quiero que se marchite y desaparezca, ¡es la flor más hermosa que he visto!

–Pi,pi,pi –Contestó el señor Gorrión –¿Y qué calor puede darle, señor Ruiseñor?¿Acaso es más hombre o es el sol para darle calor?

–Piripí, piripí –cantó el señor Ruiseñor –¡Le daré todo el calor de mi cuerpo!

–Pi, pi, pí –cantó el señor Gorrión –El calor de su cuerpo, señor Ruiseñor, ¡es tan poca cosa! El calor de su cuerpo no sirve para nada.

–Piripí, piripí –repuso el señor Ruiseñor; –Yo soy tan grande como una rosa y puedo darle calor.

–Pi, pi, pí –cantó el señor Gorrión. –¿Y qué es una rosa comparada con el sol? Haría falta todo el sol del verano.

Y se puso a cantar para detener el sol en el jardín. Pero el sol, recorrió su celeste camino y bajó como un globo rojo hacia el occidente.

El Ruiseñor, al ver que no lograba, retener al sol, se puso muy triste y ya no quería cantar.

Entonces el señor Gorrión vino dando saltitos junto al árbol donde estaba el señor Ruiseñor, y le dijo:

–Pi, pi, pí. ¡Ánimo,señor Ruiseñor! ¡Vamos a cantar los dos!

Pero el sol no volvía y como llegó la noche tuvieron que callar.

El frío de la noche le sentó muy mal a la rosa, que palideció tantoque parecía que ya iba a expirar. El señor Ruiseñor, saltando entre la fronda del jardín, desesperado, tuvo una feliz idea:

–Piripí, piripí –lamó al Gorrión. -Dirás que es una tontería, pero voy a hacer lo que te he dicho.

Y dando un pequeño vuelo vino a posarse justamente sobre la rosa, que al sentir el calor de su cuerpecillo se reanimó.

–Piripí, piripí –dijo al Gorrión. –¿Lo ves? ¡Se ha reanimado! Y se apretó más contra la flor.

–Pi, pi, pí –dijo el señor Gorrión. –¡Veremos lo que dura tu calor! Pero ya no oyó nada el Ruiseñor, que, emocionado por que la flor se había reanimado un poco, empezó a cantar, a cantar, y tanto cantaba que ni las espinas del rosal sentía que se iban clavando poco a poco en su tierno cuerpecillo.

Aburrido el Gorrión porque el señor Ruiseñor ya no conversaba con él, se fue a picotear a otra parte.

A la mañana siguiente, cuando el sol iluminó toda la tierra y volvieron a brillar las ramas del jardín, vino el Gorrión a charlar con el Ruiseñor, pero vio con asombro que su cuerpecillo yacía sobre la arena del jardín. Se acercó a la rosa y la vio fresca y muy colorada.

¿Qué había ocurrido? Que el señor Ruiseñor se apretó tanto contra la rosa para darle calor, que las espinas del rosal atravesaron su corazoncito y le dieron muerte.

Su sangre, generosa, tiño de rojo las hojas de la rosa y dicen que desde entonces aquella flor pálida y rosada del jardín se convirtió en una rosa roja y fresca, como la sangre del señor Ruiseñor.









Cuentos, Mitos y Leyendas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora