MORGUE

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Despertó.

Después de quien sabe cuantas horas... despertó.

Todo estaba oscuro, mirase donde mirase, la negrura lo rodeaba. Un olor a humedad insoportable azotaba su nariz.

No tenía reserva de energías para moverse aun, estaba débil, sediento, hambriento, pero sobre todo preocupado. ¿Dónde estaba? ¿Cómo se encontraba?

Las respuestas a esas preguntas no existían aun, solo sabía que estaba recostado sobre algo duro y recto.

Tosió suavemente, le dolía, la cabeza y la garganta al hacerlo.

Hacía frío, mucho frío.

Respiró y exhaló, una y otra vez. Muy de a poco sentía su cuerpo. 

Comenzó levantando un dedo, el meñique de la mano izquierda, hizo lo mismo con la derecha. Al poco tiempo, pudo mover cuatro de los cinco dedos, el dedo "gordo" todavía no le respondía. 

"¿Dónde estoy?", pensó. Y aquí fue cuando se enteró que aun podía pensar.

Respiraba cada vez menos entrecortado. La humedad y su detestable fragancia lo hacían sufrir un poco, era un olor inaguantable, pero su olfato se acostumbraba con el pasar de los segundos. Sí, podía oler también.

Algo en el estómago no andaba bien, algo le generaba un dolor extraño. Claro, eso era, estaba pasando hambre y el cuerpo así se manifestaba.

Como un acto reflejo, movió un pie al sentir algo que lo tocó, de esta manera entendió que podía mover el pie, por eso hizo un gran esfuerzo en controlar su sistema nervioso y consiguió mover el otro. Muy suavemente.

¿Recordaba algo?... Nada por el momento. Si se esforzaba un mínimo más, la jaqueca lo atacaba sin piedad. Los recuerdos debían esperar, ahora era más importante dominar su cuerpo.

Nuevamente algo le acarició el pie derecho, era una sensación suave, una sensación rara, como si algo lo pinchaba, algo hecho de un material un poco duro. Movió el pie de nuevo por reflejos y le restó atención.

Sopló. Pudo soplar. Se sonrió, en cuotas, pequeñas cuotas, sentía que se recuperaba.

Hacía frío. Mucho frío. Su cuerpo no se acostumbraba a la temperatura. Comenzó a temblar. Temblaba de frío. Eso era bueno, pero también malo.

El olor a humedad se transformó en otro olor. Sus fosas nasales aparentemente se destapaban y recuperaba el olfato. Esto también era bueno pero malo a la vez.

Por su cabeza pasó como estrella fugaz un pensamiento. Eso, era algo fugaz. Algo encendido que se le acercaba velozmente. La jaqueca contraatacó.

Por tercera vez, algo le acarició-pinchó el pie. Sintió cosquillas. Eso era bueno, pero a la vez muy, muy malo también.

Un líquido caliente salió de algún lugar y se derramó sobre su pelvis, fue deslizándose sobre su cadera y cayó sobre la superficie en la cual estaba recostado mojándole la espalda.Caliente, al fin una sensación cálida. ¿Qué era? ¡Sí, eso! Era orina, pero que asco le daba.

Cuando su orina le tocó la mano izquierda, la levantó de golpe sacudiéndola y la vez golpeándola contra algo. como una pared, algo frío que sonó a chapa, a metal.

Se extrañó mucho y comenzó a tocar a sus alrededores, sea lo que sea, estaba por todos lados,lo rodeaba, no lo dejaría moverse. Tocó con su mano despierta a la dormida, la tomó por la muñeca y la sacudió. Se despertó también, y esta mano venía con refuerzos, rea su mano y brazo hábil, así que  aprovechó para comenzar a golpear los laterales de lo que sea que lo rodeaba.

Comenzó a faltarle el aire, los pulmones se desesperaban. Su cerebro entendió que estaba encerrado y comenzó a manipularlo.

Aún hacia fuerza, pero no podía emitir sonido alguno, quería gritar por ayuda cuanto antes. 

Entonces fue cuando su mente recordó lo sucedido. Nuevamente esa bola de fuego se le acercaba velozmente. Él solo la observaba atónito. Solo tuvo el tiempo necesario para echarse a un lado, de todas maneras esa bola de fuego lo golpeó con algo sólido y lo expulsó metros hacia el asfalto de la calle. 

Ahora que pensaba con más claridad, que su cerebro se lo permitía (como toda mente humana, cuando estás en apuros, es capaz de procesar la información a la velocidad de la luz), recordó que fue una motocicleta lo que golpeó contra su columna, partiéndola (al menos eso sintió él) y dejándolo revolcado a un lado. El conductor conducía borracho, eso lo escuchó minutos después, cuando las autoridades arribaron a la escena. Recordó también que lo subieron a una ambulancia, le colocaron un respirador mientras lloraba desconsoladamente del dolor, y luego la negrura lo abrazó, la misma que lo recibió al despertarse hace minutos atrás.

Ahora tenía que salir de donde quiera que esté. Golpeó con todas sus fuerzas utilizando manos y pies, estaba bastante limitado de espacio, por ende no podía soltar golpes fuertes.

Movió su cabeza violentamente mientras de sus ojos fluían lágrimas, la desesperación y el pánico le había ganado el partido, golpeó con su frente la pared una y otra vez, estaba quedando mareado, golpeó y golpeó intentando ganar algo, lo cual era imposible, ya había perdido todo. Siguió con sus golpes hasta quedar inconsciente.

Minutos más tarde, a sus pies, sea abrió una compuerta y se extrajo el cuerpo tirando de donde reposaba, tenía aspecto de bandeja, era metálica, fría. Un hombre con bata de de enfermero tomó una lista y con un lápiz, se acercó al pie derecho del muerto (inconsciente) y leyó lo que rezaba la tarjeta indicadora que colgaba de su dedo. 

"Jason Van Hes".

Tildó el nombre en su lista y gritó al viento (seguramente hablándole a alguien a distancia): "Al crematorio".

Dos camilleros llegaron a la escena y se llevaron la bandeja con el cuerpo. 

Tanto movimiento despertaba de a poco a Jason. Este fue abriendo los ojos lentamente en el mismo momento en que lo recostaban sobre otra plataforma, esta vez era una caja, era un ataúd.

Se alarmó pero no pudo hablar, no pudo gritar, estaba débil aun. Había estado encerrado algunas horas en las heladeras de la morgue y ahora estaba en un ataúd y por ser incinerado vivo. Eso era, él estaba vivo. Era un error, no debía estar allí. Pero ¿cómo haría ahora para escapar de esto?

Sintió que lo empujaron y atrás se sintió el golpe, el golpe que marcó el final de su vida, el último golpe que escucharía en su vida.

El fuego bajó transformando en infierno todo a su alrededor. El horno de cremación ardía. 

Jason lloraba en silencio deseando que todo sea un mal sueño. Deseando despertar en una camilla de un largo coma. Deseando compartir con sus amigos y familia un poco más de tiempo. Deseando no haber caminado esa calle, esa tarde.

Las llamas derritieron el ataúd en segundos, debido a que estos cajones no tienen agua ni grasas, y al ser madera, es lógica la combustión .

El cuerpo de Jason se derritió lentamente, mientras él se sacudía de aquí a allá, indefenso y sufriendo la muerte más aterradora e injusta que puede llegarle a tocar al ser humano.

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"La ciencia medicinal, la encargada de declarar muerto a Jason, falló. Esto nos lleva a pensar que no hay ciencia exacta que demuestre la exactitud, ya que las ciencias son manipuladas por humanos, profesionales, pero siguen siendo humanos, y los humanos fallan. Jason también aprendió una lección antes de morir carbonizado; disfruta tus amigos y tu familia, hoy estamos vivos, y por desgracia de la vida, por azar, por culpa de lo que sea, mañana podemos estar muertos..."





Relatos Cortos, Halloween 2016!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora