CAPITULO. NO 1

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Ruth jugaba en el patio de enfrente, con su cachorro Sam, cuando un gran camión de mudanza llego, ella se emocionó, ya que esperaba que los nuevos dueños tuvieran niños, lo que si fue así, ella se alegró mucho al ver a un niño de cabello rubio castaño, piel pálida, alto y delgado bajo del auto. Los vio mientras empezaban a bajar sus cosas, ella nerviosa por su desordenado aspecto, entró a su hogar y dejo a su cachorro en el patio trasero, subió corriendo a su habitación y se cambió de ropa, peino su largo cabello cobrizo claro, lo ato en una coleta baja, estaba esperando a que su madre la llamara para ir a saludar a los vecinos, estaba emocionada, quizá el niño no se burlaría de ella por su aspecto y seria su amigo.

- Ruth, cariño – dijo su madre mientras subía por las escaleras – Me acompañarías a dar la bienvenida a los nuevos vecinos?

Ruth dio un brinco de su cama y corrió a la puerta de entrada.

- Por supuesto que si – dijo Ruth mientras bajaba las escaleras de dos en dos.

Su madre sonrió y bajo las escaleras detrás de ella, se dirigió a la cocina y tomo un pastel de los que preparaba para su negocio de tortas, quería recibirlos de la mejor manera, y que mejor manera que con una torta. Fue hacia la entrada y hay estaba, ansiosa, Ruth. Al llegar a la puerta, Ruth toco el timbre, ambas esperaban ansiosas, pero Ruth estaba más ansiosa que su madre. La puerta se abrió dejando ver a un hombre joven, fornido y alto, de piel pálida, cabello rubio castaño y de unos bellos ojos azules tirando a gris.- Que guapo, ha de ser un hombre muy amable – pensó Ruth al ver la blanca sonrisa que este les dedico.

- Hola – dijo la madre de Ruth, regresándole el gesto – Somos sus vecinas, Yo soy Janet Selander y ella es mi hija Ruth, vivimos al lado y queríamos darles una bienvenida.

- Muchísimas gracias, Mi nombre es Derek Haider, permítame, llamare a mi esposa.

- Claro.

Minutos después, salió una mujer joven, que le alegro la vida a Ruth, su cabello era como el de ella, ambas tenían cabello de zanahoria. La mujer era esbelta y casi llegaba a parecerse a una de las muñecas que su madre le había regalado la anterior navidad. De piel pálida, delgada pero con curvas, su cabello estaba corto, le llegaba a los hombros y era perfectamente lizo.

- Un placer, soy Morgan – dijo la mujer al ver a Ruth y a su madre. – Por favor, pasen adelante.

- Gracias – respondió la madre de Ruth.

La casa era mucho más grande de lo que Ruth se imaginaba, las paredes estaban pintadas de un color crema, ya habían algunos muebles.

- Oh, pero que olvidadiza soy, les he traído una tarta – dijo la madre de Ruth. Rio por lo bajo y se la entregó a la mujer.

- Vaya, pero que lindo detalle – dijo la mujer. – Llamare a mi hijo, para que lo conozcan.

El corazón de Ruth dio un vuelco y su rostro se ilumino, mordió su labio inferior, estaba muchísimo más nerviosa cuando la mujer regreso, detrás de ella venia un niño, que miraba el suelo de la manera más melancólica que Ruth había visto en años.

- Él, es nuestro hijo, Winston – Anuncio la mujer y el niño levanto la mirada, enseguida se topó con la mirada de Ruth.

Ruth trataba de sonreír, pero sus nervios le traicionaban, ella bajo la mirada pensando en lo ridícula en lo que se había visto. Winston le veía y su corazón se alegró, él necesitaba a alguien con quien olvidar su melancolía, se sentía demasiado solo, no era fácil para él gran cambio que acaba de pasar, el fallecimiento de sus abuelos y la mudanza a un nuevo país, en otro continente, no estaba preparado para dejar toda su vida en Alemania para mudarse a California. Él noto el nerviosismo de ella y conteniendo la respiración, camino hacia ella y le extendió la mano. Ruth levanto la mirada al ver la mano frente a ella, él le dedico una sonrisa y ella tomo su mano, estrecharon las manos.

El Verdadero Significado de Nostalgia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora