Capítulo Único
Era una de esas mañanas tranquilas en las cuales se dedicaba a seguir a la princesa en su caminata matutina. No era necesario que la protegiera, puesto que esos lugares eran muy seguros con bajo porcentaje de robos, además de que ella era muy apreciada y querida en el reino. Aún así no veía demás acompañarla para asegurarse que estuviera bien.
Intentaba mantenerse al margen para no incordiarla. A unos cuantos pasos para poner observar como una anciana le regalaba una flor la cual era tomada en sus largos dedos cubiertos por un guante blanco. Supo que había sonreído a pesar de que parte de su cara fuera cubierta. Parte de su look y encanto estaban basados en dejar ver únicamente sus ojos y su nariz. Sus labios no eran vistos comúnmente.
Pocas personas tenían el privilegio de ver su rostro sin ninguna cobertura. Claro, si se podía decir eso considerando la ligera capa de maquillaje que cubría su piel. Lo suficiente para que fuera natural.
Así que ella pasaba. Sosteniendo ligeramente los lados de su vestido y caminando con la frente en alto. Los hombres que pasaban a su lado la miraban como si de una obra de arte se tratara. Un cuadro de una hermosa y elegante dama.
Pero aún así, aunque todos la vieran de esa manera, algo en su mente lograba quitar toda esa manta de maquillaje y joyería elegante para poder apreciar el verdadero contenido de esa muñeca. Porque desde ese día que descubrió el secreto que guardaba su amada princesa las cosas fueron diferentes.
No veía a una joven heredera del reino. Y no podía creer que nadie más no pudiera notarlo con sólo verlo. Él no lo había notado aún estando a su lado, velando por su seguridad. El conocía bien como ese gesto de generosidad y tranquilidad se podía volver uno astuto y perverso. Como una figura diferente podía fingir ser otra bajo un vestido.
Entonces vio como se detenía para charlar con alguien y se permitió divagar uno a segundos a aquella noche en la cual se hizo partícipe de aquel engaño.
Ese día se realizaría una fiesta en el Palacio real. El Gran Mago Cartman lo había planeado con el fin de poder unir lazos con un grupo de rebeldes que se habían separado del reino hace unos meses y tenían información valiosa. Su principal razón era evitar que la información fuera a llegar a los elfos.
El comienzo de la noche fue normal. Él se había vestido lo suficientemente elegante, aun con la espada colgada en caso de algún percance. Después de todo él era el paladín se la princesa y siempre debía estar a su lado, listo y preparado para cualquier peligro que pudiera tener. Ese era su deber, sin embargo, había comenzado a entender que sus sentimientos estaban siendo un poco más profundos que el afecto apropiado que debía tener para la corona. Y por ese motivo deseaba que ese gusto se esfumara rápido.
Recibió a la princesa y la acompañó en el transcurso. Ese día en particular la vio decaida, incluso creyó ver algo de irritación en su rostro.
—Mi paladín. ¿Es necesaria mi presencia en éste evento—habló la princesa.
—Sí, princesa. Su presencia siempre es requerida en todos los eventos que sean de importancia—respondió, cuidando su tono y vocabulario al hablarle.
Un pequeño suspiro llamó su atención. Su princesa no quería ir. Era obvio por su expresión que estaba molesta por la idea de ir a esa fiesta. Esa mañana le había indicado que su deseo era permanecer en cama esa noche. Sin sus padres hablándole ni mucho menos nobles acortejandola.
—Sólo será un momento—habló el paladín, buscando un consuelo para la rubia— Y si usted no se siente cómoda en la fiesta yo mismo voy a encargarme de escoltarla de regreso a su habitación para que pueda descansar.
ESTÁS LEYENDO
Los ojos de la princesa
FanfictionTodos en el reino conocían a la princesa. Esa mujer alta de cabellos largos del color las mieses, vestimentas elegantes de seda fina y modales perfectos. Pero ninguno podía conocerla tan bien como él lo hacía, porque nadie más conocía el secreto det...