Capítulo 1

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Ya no puedo huir del pasado, aquel día me cambió la vida completamente, ese chico y su forma de ser, ese chico y su espeluznante secreto.

Todo comenzó aquel martes 13, cuando me tocaba esa semana a mí hacerla compra. Me encontraba en la sección de bebidas, donde le tenía que comprar a mi hermana pequeña una botellita especial de las princesas, ya que se encaprichó con ella. "Tengo que acabar rápido la compra o no llegaré a tiempo para ponerme a estudiar antes de cenar", pensé.

Me puse de puntillas, hice todo lo posible para llegar a coger la botellita para mi hermana, pero no alcanzaba ni queriendo, para estar en 4º ESO era más baja que la mayoría de mis compañeras y eso resultaba un problema a la hora de hacer la compra.

De repente, alguien cogió a botellita que quería me la entregó, me giré para darle las gracias encontrándome con un torso cubierto por una camiseta negra. Rápidamente miré hacia arriba y me encontré con un chico de pelo corto y negro como el azabache y ojos verdes cual esmeraldas. El chico me sonreía y me ofrecía la botella, yo la cogí tímidamente mientras que él solo seguía con su fantástica sonrisa.

-Gracias...- Le agradecí nerviosa.

-No hay de qué, pequeñaja.- Me dijo él, a lo que yo me enfadé, puse la botellita en el carro del Mercadona y lo volví a mirar.

-Para tu información,- lo señalé y me crucé de brazos.- tengo 16 años.

-Y yo 18, por lo que sigues siendo una pequeñaja.- Me dijo él.

-Mira, me voy.- Y empecé a andar empujando el carrito mientras él me seguía; comenzó a hablar conmigo, era muy simpático y encantador, me había enamorado a primera vista.

Pasaron los días y cada vez me enamoraba más de él, no sé ni cómo no lo notaba, si se podía distinguir a leguas. Nunca estuve así por un chico, quizás fuese porque, aparte de esos "amores" de infancia no me había enamorado en mi vida y no sabía disimularlo pero un día se empezó a comportar de forma extraña, hasta tal punto de que me obligó a mudarme a su casa porque si no, según él, acabaría con lo que más quería, mi familia. Un año después ya éramos novios, no era como lo imaginaba, era alguien posesivo y todas las noches volvía a las tantas, con un cuchillo ensangrentado y con la locura subida a la cabeza. Al poco tiempo, descubrí lo que hacía, gran error, por eso ahora estoy muerta...

Nunca te dije adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora