Pequeñas gotas de agua recorrían la piel canela, trazando caminos que acariciaban su cuerpo, borrando el rastro de sudor y polvo e incluso de sangre a su paso. Sus cabellos verde oscuro se
pegaban a su rostro, las puntas de este goteaban en sus hombros produciéndole escalofríos, giro el grifo para detener la lluvia artificial que caía sobre ella, levanto su rostro y suspiro tratando de liberar la tensión. Todo había pasado demasiado rápido, después de pasar todo el día buscando información sobre Torso y de haberse separado de su líder, haber tomado de forma impulsiva aquel taxi sospechoso, encontrándose al mismo enemigo, los recuerdos de lo sucedido pasaban en su mente, imágenes frescas de como ese hombre había descubierto su secreto, se abrazó a si misma clavando las uñas en su piel, lastimándose, mordió su labio inferior y apretó los ojos para
retener las lágrimas, podía sentir sus pechos presionados entre sus brazos, después de todo era una mujer.
Corrió las cortinas de baño, saliendo de la regadera, se miró en el espejo que encontraba frente a él, era de cuerpo completo, observo detenidamente su cuerpo, le desagradaba, como deseaba no tener aquellas curvas, esos pechos medianos y bien formados, pero lo que más detestaba era
lo que tenía entre sus piernas, aquella línea entre sus muslos, eso que describía su género, cerro sus ojos y los volvió a abrir, necesitaba calmarse, busco algo que la hiciera pensar otra cosa; la noche aún era joven, podía ver las estrellas asomándose en la pequeña ventana del baño, incluso escuchar el sonido de un grillo cantando, reclamando amor, buscándolo, todos esos detalles lo distrajeron, no noto el sonido de la perilla girar ni como unos ojos entre sorprendidos
y confundidos descubrían su desnudez.
Aquel intruso no podía explicar lo que sus ojos veían, aquel chico tímido e inseguro era en realidad una ¿mujer?, ella lo miro, o debería decir ¿él? Sus ojos grises se encontraron con los verdes.
Una electricidad recorrió sus cuerpos.
—Lo siento! — grito avergonzado, cerró la puerta con fuerza, dejando al peliverde con las emociones hechas un desastre, se sentía avergonzado, aterrorizado, con miedo, sentía de todo!, la cabeza le daba vueltas, su corazón latía demasiado fuerte, tan fuerte que podía sentir como sus latidos hacían eco en todo su cuerpo y entonces pudo sentirlo, ese calor en su rostro, ese bochorno en el ambiente, ¿hacía calor o era culpa de lo recién ocurrido? Se detuvo a pensar en cómo aquellos ojos grises recorrían su cuerpo curiosos, en como su mentor se mostró avergonzado, arrepentido de haberlo mirado con esos ojos, con esa mirada que un hombre solo puede regalarle a una mujer, deseándola.
Deseándola a ella.
Era verdad que odiaba ese deseo en los hombres, esos bajos instintos, ésas miradas queriendo poseerte sin tu permiso, su cuerpo tembló al recordar experiencias vividas, aquellas que lo marcaron, que lo rompieron en pedazos. Pero esta vez fue diferente, tenía que aceptar que sentía alguna clase de sentimientos románticos hacia su mentor. Pero siempre se negó a la idea, era absurdo vivir como hombre para terminar fijándose en uno, cuando lo que él quería era alejarse de ellos, de esa manera.
Se vistió a un ritmo apresurado, quería encontrarse con él y resolver de una vez por todas aquella situación, definitivamente las cosas cambiarían ahora que sabía su secreto, aunque quisiera escapar y fingir que no había pasado nada, no había de otra que hacer un frente a frente al problema, tenían que hablar, pero ¿qué podría decir? Sus razones estaban enterrados en su memoria, y de ahí no los quería sacar.
Después de unos cuantos minutos por fin salió del baño, la figura que vio de reojo lo hizo voltear, ahí estaba el, esperándolo. Esperando por respuestas quizás, sus miradas se encontraron de nuevo, el de cabellos blancos con negro le regalo una sonrisa, estaba nervioso.
—Tooru — pronuncio su nombre, se mantuvo en silencio buscando las palabras correctas—Esta bien. — su mano se puso en su hombro, dándole su apoyo. —Eres un chico después de todo. —sonrió.
El no dijo nada como respuesta, lo miro sorprendido, estaba aceptándolo. Su mentor era asombroso, siempre hacia algo que lo sorprendía, que encendía más sus sentimientos. Y a causa de esto no pudo evitar sentir un extraño hueco en su corazón. ¿Acaso aquella mirada que le había regalado había sido una ilusión? ¿Lo había imaginado? No, no lo había imaginado.
Se separaron, cada quien tomo su rumbo, dirigiéndose a su habitación para dormir, mañana debían seguir con su misión, investigar sobre aquel Ghoul llamado Torso.
Su cuerpo tembló con aquel nombre, recordaba aquellos ojos, esos ojos parecidos
a los suyos. No quería volver a pasar por aquello, odiaba sentirse débil, serlo,
recordó como sus compañeros lo protegieron y de cómo Sasaki había perdido el control, volviéndose alguien completamente diferente, le dio miedo, no el, si no verse a si mismo, perderse de esa manera, sin tener un control. Suspiro.
Debía dejar de pensar tanto.
Cuando su cabeza hizo contacto con la almohada entonces lo noto, la libertad de sus pechos, había olvidado ponerse la faja que acostumbraba usar para ocultar sus senos,
Se sentía extraño, sus manos tomaron lugar sobre ellos, palpándolos. Definitivamente era una mujer, no podía negarlo, sus pezones reaccionaron al tacto, podía sentirlos bajo la tela, estaban duros, sus dedos los atraparon haciendo presión, su respiración se estaba
volviendo pesada, cerro sus ojos y se encontró con Sasaki, estaba fantaseando con él, que él lo tocaba. Y lo miraba como horas antes. Con deseo.
No tuvo que pensarlo demasiado, se puso de pie y salió de su habitación, sabia a done ir, camino lo más silencioso que pudo por las distintas áreas de la casa, debía ser cuidadoso para no despertar a sus compañeros Quinx, no tardó mucho en encontrarse delante de aquella puerta color chocolate, ¿Y ahora qué? Pensó, ni siquiera sabía que lo llevo allí, bueno sí que lo sabía, pero una cosa era pensarlo y otra muy distinta llevarlo a cabo, pero ya se encontraba ahí y quería verlo, quería encontrarse de nuevo con él, su mano se acercó lentamente a la madera y sus nudillos la golpearon, una, dos, tres veces,
paso saliva y cerró los ojos con fuerza esperando que pasara algo pero no pasó.
¿Quizás estaba dormido? Se dispuso a irse, pero el sonido de la puerta abrirse llamo su atención, encontrándose con quien tanto deseaba.Delante de él se encontrabael dueño de esos cabellos blancosmezclados con negro, estaban desordenados, bostezo y se tallo uno de sus grises ojo, al parecer lo habíadespertado o ya se moría de sueño, ahorase sentía como un tonto y estaba realmente apenado. Lo miro, sintiéndose pequeño, quería ocultarse.
—Yo... Lo siento... —se disculpó—Te desperté...
—En realidad no—le sonrió, de esa manera en la que siempre lo hace, tan dulce. —Estabaleyendo—declaro e hizo un gesto con el brazo invitándolo a pasar. El ojiverde nolo pensó mucho, tímidamente tomo lugardentro de la habitación, se embriago con el olor a él, podría ser su droga. Tomo asiento en la cama del joven, mirándolo desde abajo, tanalto, tan guapo.
— ¿No puedes dormir? —pregunto curioso, los ojosverdes evitaron el contacto visual.
—No
— ¿Cuál es el problema? — esta vez su tono era de preocupación al igual que su rostro, sabiade que se trataba, o almenos tenía una idea.
—Tú...—susurro, sus puños atraparon la tela de su pijama, cerca de su entrepierna,estaba muy avergonzado, sentía el calor en todo su rostro y después de lo dichopudo notar en los ojos grises la culpa.
—Lo siento, yo no quise...
—Me has entendido mal—se corrigió—Quiero que me mires... como lo hiciste—lepidió, se puso de pie y rodeo con sus brazos el cuello de su líder, era mucho más alto que el, tuvo que ponersede puntillas para acortar la distancia en sus rostros — Después de todo soy unamujer—dicho esto, hizo presión con el cuerpo del chico, formando un abrazo,este pudo sentir aquel par de bultos siendo aplastados en su pecho,provocándolo.
Era la primera vez que sentía el calor de una mujer y de esa manera, a causa deesto,
tratando de quitárselo de encima perdió el equilibrio, cayendo encima del chicode cabellos verdes.
Ambos se encontraban recostados en la cama, en una posición comprometedora,Sasaki había detenido su peso con sus codos, cuando por fin reacciono a lasituación aumento la distancia entreambos cuerpos estirando los brazos, alejándose, debajo de él se encontraba aquella pequeña muchacha, sus cabellos desordenados en su rostro esparcidos en las sabanas de la cama, estabasonrojada con la mirada perdida en algún lugar, evitándolo, con larespiración agitada. Esta visión lo hizodespertar nuevas emociones, nuevos pensamientos y la pérdida de su corduratotal.
Aquella voz, de nuevo haciendo eco en su mente, estaba haciendo un esfuerzo porignorarla, por no dejarse consumir, la sensación de una suave caricia en su mejilla, lo alejaron de su lucha interior, lafuerza de sus brazos no soporto más su peso, dejándose caer sobre el cuerpofemenino.
Era extraño estar de esa manera con Tooru, siendo que horas antes jamás se lehabría pasado por la mente la idea de que era un chico, aunque a decir verdadel olor que despedía era distinto, incluso sus facciones y sudelicado cuerpo, su voz, todas esascosas pasadas por alto, se sentía un completo idiota. Y ahora la tenía ahí,bajo su cuerpo, a su mereced, esperando ser devorada por él.
Y él iba a devorarla.
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Mujer solo por esta noche
FanfictionNo pudo evitar querer sentirse deseada por sus ojos... Como una mujer.